Ecologismo

Taxonomía europea: el greenwashing se ha institucionalizado

Al incluir el gas y la energía nuclear en la taxonomía de las actividades sostenibles, el Parlamento Europeo ha institucionalizado el lavado de imagen verde. Un artículo de Andrea Barolini en valorsocial.info

13 julio 2022
Estrasburgo

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@ueenperu - flickr.com - Attribution 2.0 Generic (CC BY 2.0)

Al incluir el gas y la energía nuclear en la taxonomía de las actividades sostenibles, el Parlamento Europeo ha institucionalizado el lavado de imagen verde

La decisión del Parlamento Europeo de aprobar el proyecto de la Comisión Europea, que incluye el gas y la energía nuclear en la taxonomía de actividades económicas consideradas sostenibles, es la victoria del greenwashing. Más allá: es la institucionalización del greenwashing. Significa abandonar el proyecto de una Europa unida y motor del proceso de ampliación e integración frente a los nacionalismos y los intereses particulares. Significa haber contaminado el lugar más alto y sagrado de las instituciones democráticas con el virus de la falta de coraje. Es la transferencia de soberanía a los lobbies y poderosos industriales.

La ciencia explica, el parlamento europeo decide

La ciencia nos ha explicado -cifras, estudios e informes en mano- que si queremos tener alguna posibilidad (si es que aún la hay) de limitar el crecimiento de la temperatura media global a 1,5 grados centígrados a finales de este siglo, en comparación con los niveles preindustriales, debemos abandonar todos los combustibles fósiles lo antes posible. Todos. Y dejar bajo tierra todo lo que aún no ha sido minado: si es carbón, petróleo o gas es completamente irrelevante.

Sin embargo, el parlamento europeo, que es quien representa a la población, a la ciudadanía, a nosotros, en las instituciones de la UE, ha decidido que el gas todavía puede ser bueno. Bajo ciertas condiciones, por supuesto, y de forma transitoria, pero debe considerarse sostenible. También la energía nuclear, cuyos riesgos en caso de accidente no son un apagón sino una catástrofe de décadas, y que produce «efectos secundarios» llamados residuos radiactivos, que nadie -ni la ciencia ni los industriales- aún saben gestionar. Ello a pesar de los costes  y los tiempos hacen que esta energía sea incuestionablemente incapaz de resolver el problema de la necesaria reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Concepto de sostenibilidad desacreditado

Así, en el futuro, quienes invierten en productos sostenibles se arriesgan a financiar una fuente fósil y otra que produce residuos a costes astronómicos. Afortunadamente, hay quienes irán más allá de las indicaciones de la Unión Europea, sustituyendo un concepto de sostenibilidad diluido (si no totalmente desacreditado) por otro más estricto, efectivo y avanzado. Había esperanza en que las finanzas éticas no fueran ya pioneras, si no que se convirtieran en un patrimonio común. Pero, obviamente, todavía hay mucha agua bajo los puentes en el mundo demasiado a menudo impermeable de la política.

Los 328 parlamentarios que votaron a favor del gas y la nuclear, junto a los 33 que se abstuvieron, decidieron que el camino no debe ser el que ha señalado la ciencia (física, climatología, pero también economía). Decidieron que las dos comisiones parlamentarias responsables del asunto, que habían rechazado el proyecto, estaban equivocadas. Y decidieron que las personas expertas designadas por la misma Comisión en Bruselas, que igualmente habían rechazado el proyecto, estaban también equivocadas.

Afortunadamente, la batalla aún no ha terminado. Austria y Luxemburgo han anunciado hace tiempo que recurrirán ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Greenpeace ha anunciado una iniciativa similar. Fuentes bien informadas en las oficinas de Bruselas indican que las posibilidades de éxito no son bajas.

Necesario defenderse de la desinformación

Mientras tanto, también será necesario defenderse de la desinformación. En estos días, criticar las «causas naturales del cambio climático» está de moda. Quién sabe si estas críticas están dictadas por una sincera incomprensión de lo que indica la evidencia científica o por un simple afán de ir a contracorriente a toda costa. Tal vez para armar un escándalo y tener cinco minutos de fama. Nuestro portal informativo continuará informando lo que la ciencia, o al menos el 99,9% de ella, nos ha estado diciendo durante décadas. En la época del engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario.

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