Finanzas Éticas

¡Vuelve el ‘Trueque’!

Joyas al 30%, zapatos al 50% o ropa, incluso, hasta el 75% de descuento. Nos avasallan con ofertas y promociones con el objetivo de, a través de dar un respiro a los maltrechos bolsillos que este difícil año 2010 ha dejado a sus clientes, intentar recuperar pérdidas y comenzar el nuevo año con una sonrisa […]

28 enero 2011
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Joyas al 30%, zapatos al 50% o ropa, incluso, hasta el 75% de descuento. Nos avasallan con ofertas y promociones con el objetivo de, a través de dar un respiro a los maltrechos bolsillos que este difícil año 2010 ha dejado a sus clientes, intentar recuperar pérdidas y comenzar el nuevo año con una sonrisa comercial y evitar un nuevo golpe que, en muchos casos, podría ser definitivo. La golosina en la boca del niño es una tentación inevitable y el paso de consumidor a consumista es ya un mero trámite.

Sin embargo hay personas que intentan vivir ajenos a estas tentaciones y al marketing agresivo y que, además, procuran trabajar dentro del ámbito de comercio justo y a través del consumo responsable.

Se llaman Redes de Consumo Solidario y, a través del esfuerzo de voluntarios y vecinos, trabajan por promover la convivencia, el conocimiento mutuo y la sostenibilidad de los barrios o ciudades en los que se encuentran, alejados de movimientos políticos e intereses individuales.

Alejados de toda administración pública y de subvenciones y remuneraciones, nacieron teniendo como base la transformación radical del sistema, el pago justo a los productores, el respeto al medio ambiente y los derechos de los más desfavorecidos.

Y uno de los medios a través de los que intentan alcanzar estos objetivos es la organización de los mercados de intercambio. Se trata de reuniones periódicas en plena calle en las que la única norma, que sirve de prohibición, es la negación al uso de dinero. Las monedas y billetes no tienen hueco en un espacio en el que se aprovecha todo lo que todavía es útil y que ya no sirve a su primitivo poseedor.

Barcelona: El Barrio de Sant Antoni

Uno de los último en celebrarse tuvo lugar el pasado 16 de enero en el barrio de Sant Antoni de Barcelona. Centenares de personas pasaron a través de las más de 30 mesas que se montaron –cabe decir que este número depende de las solicitudes de los participantes y que edición en edición aumenta- y tuvieron la posibilidad de llevarse a su casa discos, libros, muñecos, cámaras de fotos, ropa, calzado, joyas e incluso, electrodomésticos, con el único requisito de entregar a su propietario otro objeto de cambio.

Lo que nació como una actividad vecinal de convivencia se ha convertido, con el paso de los años, en un auténtico mercado periódico que no deja de ganar en adeptos, fruto de un intenso trabajo de divulgación y concienciación por parte de sus organizadores, que realizan asambleas periódicas en las que divulgan sus actividades y sus objetivos. Los participantes miman sus puestos, los decoran y preparan de la mejor manera sus productos pero, sin embargo, no buscan el recibir a cambio la mejor mercancía. Es curioso escuchar mientras uno pasea por las mesas “ah, quieres estos zapatos pero, a ver, ¿qué me traes?”. “Lo que se recibe es lo de menos, porque probablemente lo volvamos a cambiar por otra cosa”, declaran algunos de los vendedores ocasionales quienes, con gracia, tratan también de regatear con el mero objetivo de pasar un rato agradable.

Y es que muchos de ellos son meros intermediarios –de los que no hacen subir el precio- de otros intercambiadores que prefieren dar salida a aquello que ya no les sirve y que eligen estos mercados de consumo responsable, en vez de comercios y otros intermediarios que, pese a que les podrían dar algo de dinero, los utilizarían para su propio enriquecimiento.

Además, para los que no puedan esperar a la celebración de estos mercados, que en cada una de sus ubicaciones se vienen celebrando de manera trimestral, RCS ha puesto en marcha también una Web para dinamizar los intercambios por internet y, a su vez, favorecer el flujo de conocimientos.

Madrid: Adelita (Calle Arenal)

A la vez que se celebraba este mercado en el barrio de Sant Antoni, en la madrileña calle Arenal, en pleno centro de la capital, los carteles de Rebajas también estaban colgados en las tiendas y los descuentos en los precios eran los causantes de que de nuevo, el centro de la ciudad estuviera lleno de gente comprando tras la resaca navideña. Pero ahí, en medio de las compras, de las rebajas, de las colas en los probadores, existe también un centro de trueque ajeno a todo lucro.

Adelita es un proyecto con espacio propio y horario comercial. Y quizá esto es lo único de comercial en su idea. Laura Cañete, su fundadora creyó desde pequeña en el trueque como medio para conseguir cosas, se cambiaba ropa con sus amigas, con sus hermanas y así fue cómo surgió la idea de crear Adelita. Hace poco más de un año, esta madrileña fundó junto con otros socios, la red de trueque urbano Adelita. Situados en el Palacio de Gaviria de Madrid, son un punto de intercambio de cosas que algunos ya no utilizan y que a otros les interesan.

Los usuarios de Adelita llevan todo lo que quieren intercambiar (se aceptan todo tipo de objetos en buen estado, libros, ropa, instrumentos, muebles…) y pasan por una valoración con un sistema de puntos de colores que podrán utilizar para llevarse otros objetos en esa misma visita o en otra próxima. Para participar en la propuesta basta con pagar una cuota de participación de 5 euros que da derecho a ser socio y a hacer todos los intercambios que se deseen.

Laura y todo el equipo de Adelita han salido en más de una ocasión de su local y se han llevado la idea del trueque a lugares como la Casa Encedida, en una iniciativa que llamaron Sile Nole y que logró reunir a más de 1.000 niños que intercambiaron unos 2.000 juguetes justo antes de Navidad.

Ante el éxito de público y de consecución de objetivos, se está sensibilizando y creando una conciencia social que evoluciona hacia un consumo más responsable y sostenido y cada vez son más numerosos los interesados en esta red de trueque que quieren llevar esta iniciativa a otras ciudades, pueblos o barrios por lo que Adelita ha organizado también unas jornadas sobre Formación en Educación al Consumo, donde cuatro formadores y a través de unos talleres formativos darán a conocer su experiencia en Adelita y orientarán sobre cómo crear una red de trueque similar.

Ayudar a los más necesitados

Paralelo a estos mercados, desde la Red de Consumo Solidario también se trabaja con organizaciones de mujeres, de pequeños productores y de campesinos de países como Ecuador, Cuba o República Dominicana, con iniciativas de diversificación productiva, energías renovables, desarrollo agroecológico y apoyo a procesos participativos buscando siempre el fortalecimiento de la capacidad de autodeterminación de sus organizaciones.

Junto a esto, también trabajan por dar a conocer los fundamentos del comercio justo y hacer patentes las injusticias del sistema y la necesidad de trabajar por un comercio socialmente justo, ecológicamente sostenible y nutricionalmente sano. Para ello, a lo largo del año ponen en marcha diferentes iniciativas como exposiciones, conferencias o la edición de guías didácticas.

Además de la concienciación, RCS también ayuda a la importación y comercialización de productos de alimentación y artesanías de organizaciones de paises subdesarrollados y que no se encuentran en las grandes cadenas comerciales de España. Estas organizaciones provienen de colectivos comprometidos con la realidad de su país, los cuales priorizan la producción para el mercado local.

Y no sólo es el Tercer Mundo, a través de una red de tiendas y grupos de consumo de productos ecológicos y de comercio justo, también se fomenta la comercialización de mercancías locales, elaboradas de una manera saludable. En estas tiendas se pueden encontrar alimentos, artesanías y todo tipo de productos que colaboren al desarrollo local.

Alternativas cercanas, capaces de satisfacer las necesidades del consumidor y que, además, hacen más gratificante el hecho de consumir, a través de la utilidad social que se consigue a través de ellas.

De hecho, el ‘trueque’ está sirviendo a las empresas para sobrellevar la consabida crisis…

Texto: Alberto M. Molina y Noelia Carrillo
Fotos: Alberto M. Molina

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