Consumo Responsable

La Osa: construyendo comunidad desde el alimento

Tomás Fuentes, del supermercado cooperativo La Osa (Madrid), charla con Economistas Sin Fronteras sobre su apuesta por el consumo consciente. Una entrevista de María C. Llinás.

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El supermercado cooperativo La Osa abrió sus puertas en diciembre del 2020 en la Avenida de Asturias 57 del distrito de Tetuán. Desde entonces ha demostrado que construir una economía social y solidaria (ESS) desde un espacio de consumo critico y responsable es posible. Al hablar con Tomás, uno de sus fundadores, notas la pasión que tiene por su proyecto. La Osa nació hace 8 años como un pequeño grupo de personas preocupadas por el consumo consciente y por el impacto de sus decisiones de consumo en su comunidad, su salud y el medio ambiente. Durante los primeros dos años, las participantes se reunían una vez a la semana para acceder a los productos de agricultura local hasta que lograron consolidar una pequeña tienda en el barrio de Malasaña. Hoy en día son más de 1100 cooperativistas y alrededor de 39 proveedores quienes le dan vida al proyecto de La Osa.

Para acceder a los productos de origen sostenible, cada participante debe comprar 4 participaciones de 25€ cada una, es decir, el capital social obligatorio. Luego existe un capital voluntario que no tiene remuneración, el cual se compone de 3 horas mensuales de trabajo que cada cooperativista aporta. Las tareas a realizar van desde la recepción de mercancías hasta la limpieza del local. En eso, ilustra Tomás, consiste la autogestión. A nivel del capital social, una persona cooperativista es dueña del supermercado y tal como en una junta de vecinos, tiene derecho a participar en las decisiones. Los procesos más especializados como las compras y la negociación con los proveedores son realizados por un equipo técnico, el cual es remunerado. A nivel práctico, La Osa se ha inspirado en el supermercado cooperativo La Louve de París. 

La selección de los productos que hacen parte de la oferta del supermercado se lleva a cabo teniendo en cuenta 6 criterios: calidad, impacto medioambiental, cercanía, producción ética, precio justo, y la necesidad de la comunidad. Las necesidades de los socios tienen un peso significativo en la elección, pues la meta es que puedan realizar la compra de la cesta completa en el supermercado, desde alimentos hasta productos de higiene y limpieza del hogar. “La idea es no dejar a nadie afuera”, explica Tomás al referirse a cómo a través de La Osa se busca democratizar el acceso a alimentos y productos sanos, de calidad y de proximidad.

Cuando se le pregunta a Tomás sobre las características que enmarcan a la iniciativa dentro de la ESS, este comenta que “el cooperar es mucho más humano que el competir. La Osa es un proyecto social de base económica, es decir, queremos obtener beneficios que se vuelquen al colectivo a través de mayores inversiones, lograr satisfacer cada vez más necesidades de la comunidad”. El proyecto busca cumplir sus objetivos económicos desde la horizontalidad y el cuidado de las personas de la comunidad donde está inserto el mercado, pues no se puede ser ajeno al territorio, agrega Tomás.

Entre los desafíos habituales a los que se enfrentan iniciativas económicas de índole social y solidaria, se encuentra el acceso al financiamiento que va de la mano con la presión impuesta por el dogma de la competitividad. En la lógica del capital, los supermercados convencionales logran precios competitivos al poner la carga sobre los productores, los consumidores y el planeta. La Osa rompe este paradigma al poner las necesidades de la comunidad por encima del beneficio. La crisis sanitaria, por otra parte, es el reto más grande al que se enfrentan actualmente. La pandemia ha golpeado el modelo participativo, es decir, que ha debilitado las relaciones socioeconómicas que se tejen alrededor de proyectos basados en la cooperación. Tomás espera que las ganas de construir comunidad sean más fuertes que el miedo, generado por la crisis, al contacto social.

Tomás concluye que es necesario mantener y replicar iniciativas como La Osa pues además de contribuir a alimentar el cuerpo, también alimentan el espíritu. Construir comunidad a través de la interacción social es lo que permite alimentar el espíritu. “Queremos que la ESS sea la herramienta y no el fin para lograr un mundo en donde nos sintamos parte de una comunidad”.

En el siguiente vídeo, puedes presenciar la conversación que mantuvieron  María C. Llinás y Tomás Fuentes, socio trabajador y fundador del proyecto La Osa.

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