Consumo Responsable

Boicot y presión económica para detener el genocidio

El movimiento BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones) es una iniciativa liderada desde Palestina que propone presión económica sobre Israel para detener su política de apartheid.

26 febrero 2024

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Concentración de Zaragoza en la segunda jornada de movilizaciones estatales por Palestina. 25 de febrero 2024. Casa Palestina de Aragón

Más de cuatro meses después del lamentable ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre, el pueblo palestino sigue siendo castigado en conjunto con bombardeos indiscriminados, asesinatos a sangre fría, desplazamientos masivos, ocupación militar y humillaciones continuas. Además, la maquinaria de propaganda israelí sostiene una fuerte campaña internacional para invisibilizar los actos terroristas de su ejército, acallar los posicionamientos en su contra y legitimar un régimen colonialista fuera de todo control por parte de los organismos internacionales. Los Estados no parecen, salvo honrosas excepciones, dispuestos a adoptar medidas capaces de detener la agresión sobre la población palestina a pesar de que la opinión generalizada y experta no duda del carácter genocida de la ofensiva israelí y del trasfondo de apartheid que la sostiene desde hace varias décadas.

Así las cosas, el movimiento BDS ha relanzado sus propuestas para actuar en el terreno del consumo y de la economía como forma de elevar el coste de las acciones militares de Israel, cortar con sus apoyos internacionales y, finalmente, acabar con la ocupación de los territorios palestinos. Lanzado por primera vez en 2005 con el respaldo de más de 170 organizaciones de la sociedad civil palestina, el movimiento cuenta con gran número de grupos locales y estatales repartidos por todo el mundo que comparten la idea de que las palestinas poseen los mismos derechos que el resto de la humanidad, una idea que en la práctica no parece haber sido asimilada en la mayor parte de Occidente. El BDS se inspira en luchas civiles de éxito, como el fin de la segregación racial en Estados Unidos o el fin del apartheid en Sudáfrica, y se basa en la petición lanzada por la comunidad palestina de evitar con nuestro consumo el crecimiento de empresas que apoyan e incluso colaboran de manera activa con el régimen opresor y presionar para que las grandes compañías y las instituciones públicas hagan lo mismo con sus inversiones. En tercer lugar, el movimiento aboga por las sanciones económicas y comerciales a Israel para llevar al aislamiento y a la asfixia internacional a un Estado cuya violencia ya salpica a toda la región y tensiona el mundo entero de las relaciones internacionales.

  • Boicot: es la manera de expresarnos mediante el consumo. Las empresas cómplices con el genocidio (por su apoyo económico, político o simbólico al Estado opresor) están centradas en sus beneficios, dividendos y resultados. Haciendo caer sus ventas se muestra nuestra solidaridad con el pueblo palestino y se incentiva a estas empresas a suspender sus negocios en o con Israel.
  • Desinversión: conmina a los organismos públicos de cualquier nivel, bancos y entidades financieras, fondos, entidades religiosas y universidades, entre otros, a romper sus relaciones con el Estado israelí, las empresas israelíes y aquellas compañías internacionales que apoyan, hacen posible, colaboran o financian el apartheid y las agresiones terroristas.
  • Sanciones: se pretende también presionar a nuestros representantes políticos y gobiernos a cumplir una labor humanitaria básica y detener de forma inmediata las exportaciones de armas y material militar necesario para imponer el colonialismo en los territorios ocupados y las acciones violentas sobre la población civil palestina. Las sanciones buscan aislar y sofocar la economía de Israel suspendiendo los acuerdos comerciales y bloqueando la exportación e importación de productos. Además, se reclama la expulsión del Estado de Israel de los foros internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, el movimiento olímpico o los intercambios culturales o universitarios.

Estrategia selectiva

Después de casi 20 años de la propuesta original, el movimiento BDS ha ido afinando su estrategia de presión económica para terminar con el apartheid israelí. Según se explica en una reciente guía publicada por Let’s Talk Palestine, muchas grandes compañías y monopolios (como Nestlé o Dell) apoyan y colaboran con el apartheid israelí. Sin embargo, su posición dominante y amplio alcance hace impracticable un boicot generalizado de forma contemporánea, de manera que el movimiento BDS ha pasado a poner el foco de manera estratégica en un pequeño y seleccionado grupo de empresas para maximizar el impacto del boicot. En estos momentos, además del boicot económico sobre el que aún nos extenderemos, el Comité Nacional Palestino de BDS ha convocado boicots culturales y académicos, campañas de apoyo a sindicatos y estudiantes, y acciones de presión sobre gobiernos locales. A resultas de estas convocatorias, artistas como Cat Power o Elvis Costello han renunciado a sus actuaciones en Israel, universidades y doctores se han pronunciado contra el genocidio públicamente y algunas empresas cancelaron su colaboración con Israel tras perder importantes contratos con entes locales, como fue el caso de Veolia en 2015.

En el plano del boicot económico, el llamamiento se centra actualmente en empresas involucradas directamente en la opresión del pueblo palestino, bien mediante operaciones en asentamientos ilegales o como contratistas del ejército o del gobierno israelí. Se trata de presionar a estas grandes compañías a que cumplan las leyes internacionales y que pongan fin a su participación en los crímenes de guerra cometidos en Palestina. La economía israelí es muy dependiente del comercio internacional y de las inversiones extranjeras, por lo que el boicot ha tenido y seguirá teniendo un impacto importante. La página del movimiento BDS recoge varios casos de éxito en el pasado que incluyen compañías como Orange, General Mills o Carmel Agrexco.

En este momento, la campaña de boicot focalizado se centra en empresas como:

  • HP: responsable del sistema biométrico que permite el control de la población palestina.
  • Siemens: participa en el desarrollo de asentamientos ilegales mediante la construcción de la infraestructura necesaria para unir el suministro eléctrico al interconector EuroAsia.
  • Axa: la aseguradora invierte en bancos israelíes que financian el robo de tierras y recursos naturales.
  • Puma: es el sponsor de la Asociación de Fútbol de Israel que incluye equipos en territorios ocupados.
  • Carrefour: aunque no consta todavía en la web de BDS, la internacional de supermercados y alimentación firmó en 2022 un acuerdo que la sitúa en los asentamientos ilegales y ha distribuido raciones entre las milicias de colonos.

Mantengamos la presión

Además de actuar como consumidoras mediante las campañas en marcha y su difusión entre nuestros círculos de influencia, detener el genocidio en marcha y la política de apartheid del Estado de Israel, necesita de una participación lo más amplia posible y en varios frentes.

  1. Alzar la voz por el alto el fuego y exigir el compromiso de los partidos políticos.
  2. Asistir a charlas, manifestaciones y acciones de protesta.
  3. Educarnos, compartir recursos y conocimientos.
  4. Hablar on y offline sobre Palestina, su historia y su situación.
  5. Escuchar al pueblo palestino y amplificar sus voces.

Difundamos información, sigamos informándonos, mantengamos la presión sobre empresas e instituciones públicas. Como personas comprometidas con Palestina desde fuera, no podemos abandonar la esperanza mientras las gentes de Palestina siguen resistiendo a la aniquilación. No dejemos de hablar de Palestina.

En la imagen destacada, concentración de Zaragoza en la segunda jornada de movilizaciones estatales. 25 de febrero 2024. Casa Palestina de Aragón

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