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¿Banca ética? GAP y FIARE demuestran que es posible

Alberto García e Ignacio Soto descienden donde no llegan o no quieren llegar los grandes bancos con dos iniciativas, GAP y FIARE, con las que pretenden propagar la economía solidaria. Porque, aunque a veces da la impresión de que nos han robado la terminología y que financiar necesariamente lleva aparejado lucrarse a costa del esfuerzo […]

22 marzo 2010
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Alberto García e Ignacio Soto descienden donde no llegan o no quieren llegar los grandes bancos con dos iniciativas, GAP y FIARE, con las que pretenden propagar la economía solidaria. Porque, aunque a veces da la impresión de que nos han robado la terminología y que financiar necesariamente lleva aparejado lucrarse a costa del esfuerzo de otros, es conveniente dar espacios a iniciativas que quieren trabajar desde la confianza, prestando dinero a proyectos con conciencia y sin que la maximización del beneficio sea el único norte. Para quienes no pudieron asistir a la charla que ofrecieron en la Agrupación el pasado mes de febrero Alberto García e Ignacio Soto charlan con nosotros.

[Entrevista realizada por Alicia González – PSOE Madrid Centro]

¿En qué consisten GAP y FIARE?
Alberto García: Históricamente GAP es más antigua; en Madrid llevamos funcionando desde hace diez años, y a lo que nos dedicamos es a promover la economía solidaria y en concreto, nuestra actividad principal era el dar préstamos pequeños a proyectos que tuvieran algún trasfondo ético.

Lo que hacíamos, porque parte de esas funciones las estamos traspasando a lo que va a ser FIARE, era recibir proyectos, evaluarlos éticamente y desde una perspectiva de la viabilidad económica, de tal forma que lo que queríamos era prestar a gente que lo fuera a devolver y que fuera a tener una actividad económica, puesto que en general no hacemos préstamos para adelantos de subvenciones. Desde luego no es una donación, sino que hacemos préstamos para una actividad que arranca o está en crecimiento…, pero que nosotros veamos que es viable y que el préstamo se puede devolver. Lo que hacíamos era, una vez que veíamos un proyecto que nos resultaba interesante, era contactar con toda la gente que trabajamos, que son nuestros socios para ofrecerles el proyecto y que ellos decidieran si invertían en él o no y por otro lado, lo que hacíamos era gestionar en nombre de los socios las condiciones del proyecto e informar de forma conjunta al resto de la gente.

¿Qué requerimientos debe tener un proyecto para que sea aprobado por vosotros?
Alberto García: Aparte de la viabilidad, hay unos principios que no son sólo nuestros, sino que son comunes a la economía solidaria y son los de REAS, Red de Economía Alternativa y Solidaria, en la que como GAP participamos igual que otras organizaciones del sector. Los principios serían el de igualdad, es decir, que toda la gente que participa en la empresa, cooperativa o actividad productiva tenga salvaguardados sus derechos, de modo que no haya una explotación o asimetría muy fuerte, para que todo el mundo pueda opinar sobre las condiciones laborales.

¿Es necesario que sean entidades organizadas en modo cooperativo?
Alberto García: No necesariamente, aunque es verdad que la cooperativa es una forma jurídica que está pensada para facilitar el que haya igualdad entre sus miembros, aunque no siempre de facto, por el hecho de ser cooperativas funcionan ni garantizan esos principios…Y luego, por otro lado hay otro tipo de actividades que se desarrollan a través de Sociedad Limitada o de otro tipo de forma jurídica como asociaciones que también pueden cumplir estos principios. Por ello, aunque hay diversas formas que pueden adecuarse, simpatizamos bastante con las cooperativas, sin que sea requisito obligatorio para recibir nuestras ayudas.

¿Y qué más requisitos exigís?
Alberto García: Que fomenten el empleo, que sean respetuosos con el medio ambiente -y que puedan favorecer acciones positivas para él o que, al menos, no sean perjudiciales-, que se basen más en principios de cooperación que de competencia, tanto dentro como fuera de la organización. Otro aspecto muy importante es que no tenga carácter lucrativo, de modo que haya un reparto equilibrado y no haya un afán de lucro, para que lo obtenido se reinvierta en el proyecto, incorporando más gente a él. Y por último, que esté bastante integrado en el entorno social al que pertenece. Cuando viene un proyecto social no necesariamente hay que sobresalir en los cinco puntos, pero sí que hay ámbitos en los que parece que se cumple bastante bien como el comercio justo, las empresas de inserción o las empresas de promoción de consumo responsable, que serían las actividades más éticas, aunque luego hay una serie de proyectos sociales a los que hemos hecho préstamos, como centros de ocio infantil, proyectos artesanos, publicaciones donde también se evalúa el cumplimiento de estos principios. A veces son proyectos en los que de forma muy precaria compartimos esos valores y por ello la evaluación ética es positiva.

Proyectos como la huerta bajo el asfalto no encontrarían apoyo económico de entidades financiera convencionales para subsistir…
Alberto García: Claro, ése es uno de los puntos que trabajamos y es que la confianza personal también tiene un valor, tanto como un aval u otro tipo de garantías que exige un banco, y que luego, al final, cuando llega la hora de la verdad se vienen abajo. En el caso de “Bajo el asfalto está la huerta” es un proyecto muy interesante, porque además de gente que está trabajando la huerta hay una red social bastante fuerte de consumidores y cumple muy bien el criterio de estar integrado con el entorno social, el medioambiental, el de la cooperación y del empleo. Y además, porque algunos participábamos ya del proyecto desde el GAP; en GAP un aspecto importante siempre ha sido la cercanía con los proyectos y por eso ¿qué mejor garantía que gente que llevamos viendo durante bastante tiempo cómo están trabajando?

¿Y eso es viable en una ciudad como Madrid tan desproporcionada?
Alberto García: FIARE va también en esa línea de llegar donde no lo hacen los bancos, pero de un modo un poco más profesional. En el GAP sí que hemos intentado hacerlo, pese a que Madrid es una ciudad muy grande y difícil en la que estamos todos muy ocupados. Además, se da la circunstancia de que mucha gente que estamos metidos en cuestiones sociales lo estamos en muchas cosas a la vez y te terminas encontrando a los mismos en distintos sitios, pero sí hemos intentado mantener con muchos una cercanía que en algunos casos ha sido muy estrecha. Y cuando hemos hecho préstamos a gente de fuera de Madrid nos ha sido un poco más difícil, pero siempre hemos tenido algún vínculo y era gente que conocíamos de una u otra manera.

¿Cuáles son los pasos desde que un colectivo se dirige a vosotros hasta que se apoya el proyecto?
Alberto García: Lo normal es que la gente contacte con nosotros desde la confianza con algún socio del GAP que nos lo presentaba y ahí lo que siempre hemos pedido es un plan de negocio que siempre discutimos con las personas que lo presentan para ver conjuntamente la viabilidad ética y económica. Siempre teniendo en cuenta que en el GAP –eso va a ser distinto en FIARE- somos amateurs, porque nos dedicamos a otras cosas, aunque haya algún economista.

¿Qué diferencias hay entre las ayudas que concede un banco convencional y vosotros?
Ignacio Soto: En FIARE estamos en un proyecto de construir un banco que funcione con los principios que ha comentado Alberto para el GAP; esos principios se aplican a una entidad financiera con todas las posibilidades que eso da, lo que lógicamente en el GAP es algo más amateur y muy limitado en lo que se puede hacer, ya que el tamaño de los préstamos también es muy limitado. Lo que queremos es dotarnos al tercer sector de un banco que funcione con estos principios. Por un lado, en los objetivos se comparte con el GAP el que la idea es dar financiación a proyectos, actividades económicas que tengan un impacto social positivo, aunque en FIARE lo hagamos a otro nivel y por otro lado, proporcionar a los ahorradores la posibilidad de invertir su dinero en ideas que reporten un beneficio a la sociedad. Entre las características que queremos que tenga este banco está el que sea viable económicamente, un proyecto serio que funcione con las reglas del mercado –va a estar supervisado por el Banco de España- y tendrá que cumplir los mismos requisitos que un banco normal. Además, tiene que ser rentable, porque no podemos prestar dinero…

…a fondo perdido…
Ignacio Soto: No, porque tiene que ser rentable para convertirse en un instrumento que perdure en el tiempo y que sea sostenible.

¿Qué entidades están participando en el proyecto?
Ignacio Soto: La idea es que el banco pertenezca a las entidades del tercer sector que son los clientes objetivos del banco, tanto para pedir financiación como para pedir dinero. Queremos que esas mismas entidades sean dueñas del banco y por eso el banco cuando se constituya será una cooperativa de crédito y pertenecerá a las mismas entidades del tercer sector a las que pretende servir. Es muy importante esta idea del modelo, en el sentido de que es un banco de todos y funciona con la idea de una persona, una entidad, un voto, sin que pese el tener más capital o menos. Y un último rasgo importante será la transparencia, porque todo el mundo podrá saber los préstamos que hace, con una información perfectamente accesible. En este momento las entidades que están en este proyecto, tanto impulsándolo como participando como clientes son desde particulares con inquietudes en este tema, hasta ONG, asociaciones religiosas y demás entidades del tercer sector.

Pero no es una idea que surge ahora, porque en un momento de crisis como el presente puede parecer una iniciativa de aventureros…
Ignacio Soto: No, de hecho lleva bastante más tiempo. Lo que es el proyecto FIARE empezó a principios del año 2000 en el País Vasco que es donde se origina y a inicios de 2008 se extiende al resto de España, donde ya había otras iniciativas –el GAP es un ejemplo en esta línea-, pero aprovechando el impulso de FIARE en el País Vasco se recoge esta idea para promover una cooperativa de crédito. En este momento es que estamos funcionando como banco, pero utilizando la agencia bancaria de la Banca Popular Ética Italiana que es un banco ético que funciona con estos principios en Italia y lleva ya quince años trabajando, en España se está operando como sucursal de ese banco italiano. Tenemos actividad bancaria que está supervisada por el Banco de España –por estar operando en España- y el Banco Central Italiano –como sucursales de un banco italiano- y al mismo tiempo estamos recogiendo capital social para formar una cooperativa de crédito europea a finales de 2011.

¿Y cuál es el cliente potencial?

Ignacio Soto: Lógicamente clientes claros de financiación son ONG, organizaciones que trabajan en cooperación al desarrollo, integración social, que son quizá los más típicos hasta ahora.

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