Varios
Ocupar, resistir, producir y ganar – empresas recuperadas de argentina
Gabriel Reyes, técnico de mantenimiento, ocupó un día una fábrica, le devolvió la vida y ahora lucha para que el patrón, que quiso cerrarla cuando el corralito, no la recupere. Chiquito Reyes, argentino de 45 años y pelo aún casi rubio, es el representante de los trabajadores de Zanon, fábrica dedicada a la producción de […]
Gabriel Reyes, técnico de mantenimiento, ocupó un día una fábrica, le devolvió la vida y ahora lucha para que el patrón, que quiso cerrarla cuando el corralito, no la recupere. Chiquito Reyes, argentino de 45 años y pelo aún casi rubio, es el representante de los trabajadores de Zanon, fábrica dedicada a la producción de cerámica situada en el noroeste de la Patagonia. La semana pasada visitó Pamplona para contar su lucha, la misma o una muy parecida a la que se vive en otras 165 fábricas argentinas, ocupadas y recuperadas por sus propios empleados en los años de crisis y sobre las que se abate ahora la amenaza de la propiedad privada: los dueños desean retomar lo que un día fue suyo
«Vivimos un momento muy importante, porque ya ha llegado al Parlamento el debate sobre la expropiación y es ahora cuando se va a decidir qué sucede con la fábrica», explica Esther del Alcázar, militante de Lucha Internacionalista y de CGT Catalunya. Ambas organizaciones han colaborado en traer a Chiquito Reyes a España, donde ha ofrecido conferencias y donde continuará hasta el próximo fin de semana. Después regresará al invierno austral de la provincia de Neuquén, que se acuna sobre la imponente cordillera andina, y donde Zanon continúa produciendo, ateniéndose al lema del movimiento Fasinpat (Fábricas sin patrón): «Ocupar, resistir, producir». Ahora, además, quieren ganar.
La fábrica recuperada
Construir una nueva realidad
Cuando todo se fue al carajo, unos se marcharon, otros se quedaron y algunos más resistieron. Más de 8.500 fábricas cerraron en Argentina en los años 90, en una sangría sin fin que devino en miseria a comienzos de siglo, cuando la huida masiva de capitales llevó al país a la bancarrota. Cientos de fábricas dejaron de atender sus pagos y muchas cerraron sus puertas. El 1 de octubre de 2001, Zanon anunció que dejaría de pagar sus sueldos y comenzó una historia que, casi siete años después, aún no ha terminado.
«Durante muchos años -cuenta Chiquito Reyes- Zanon recibió ayudas públicas. Fundada durante la dictadura militar, se benefició de exenciones de impuestos y llegó a vender a 25 países. Fabricábamos más de un millón de metros cuadrados al mes y la planta daba trabajo a unos 690 trabajadores. De ellos, sólo 330 era operarios, así que se puede sacar la cuenta con facilidad del número tan desproporcionado de jefes que había». Luis Zanon, el propietario, fue señalado en 2000 por la revista Fortuna como uno de los 100 empresarios de argentina con mayores ganancias y la planta parecía tener un futuro saludable. Pero la crisis comenzó a golpear a Argentina cada vez con más fuerza. Vació las arcas públicas y también los bolsillos de la clase media, durante décadas la más pujante de América Latina. La empresa perdió fuelle y en 2000 presentó un preventivo de crisis que incluía la refinanciación de la deuda y el despido de 120 trabajadores. «Mientras tanto los dueños habían sacado al extranjero capital y se habían solicitado préstamos millonarios del Gobierno de Neuquén o del Banco Mundial», dice Reyes.
El 28 de noviembre de 2001 Zanon confirmó el despido de los 380 trabajadores. Para entonces, la fábrica llevaba casi dos meses ocupada y más de un mes vigilada por una guardia obrera. «Hacíamos turnos durante las 24 horas para evitar que nos desalojaran», cuenta Chiquito Reyes, quien recuerda de aquellos días ya remotos la falta de salario, las estrecheces económicas y el trabajo inagotable para mantener viva la fábrica. «Montamos unas carpas cerca de la planta y desde allí vendíamos la cerámica directamente a los clientes». Fueron meses de asambleas, de reuniones continuas y de hacer frente al primer intento de desalojo: hasta febrero de 2003 llegarían otros cuatro más. Finalmente, el 2 de marzo de 2002, Zanon comenzó a producir bajo control obrero con 260 puestos de trabajo. Cinco meses después creaba sus primeros diez puestos de trabajo genuinos. Hoy produce 420.000 metros de cerámica, casi la mitad de la capacidad operativa y emplea a 470 personas. «No hemos recibido ni un subsidio, ni nos han sido concedidos préstamos. Y hemos comenzado a exportar a Chile», dice Chiquito Reyes.
El futuro
En otoño, la expropiación
La fábrica se rige por un sistema asambleario y todos los trabajadores cobran lo mismo, independientemente de su puesto de trabajo. «Sólo hay pluses por antigüedad, por el trabajo nocturno o por esfuerzos especiales», dice Reyes, quien ocupó puestos de responsabilidad y ahora ha regresado a su trabajo en mantenimiento. «Aquello -recuerda- casi me cuesta el matrimonio». La fábrica desarrolló en estos años sus propias normas de convivencia y en 2005 se convirtió en una cooperativa. «Los trabajadores se han capacitado en diferentes áreas, algunos han aprovechado para estudiar y tenemos claro que debemos ofrecer productos de calidad y a buen precio, pero ahora todo depende de qué sucede con la expropiación, de si la confirman».
Éste es el último paso, el que debe confirmar la propiedad de la fábrica: si pertenece a su antiguo dueño o a sus trabajadores. Y a los cooperativistas de Zanon no les vale cualquier cosa, no aceptan cargar con deudas anteriores. «Esto es lo que ha ahogado a muchas otras empresas recuperadas. Han tenido que pelear contra todo. En 2001, éramos más de 500 empresas y ahora apenas quedan 165», dice.
VIDEO
Trailer del documental «Corazón de Fábrica» de Virma Molina y Ernesto Ardito, sobre la fabrica bajo control obrero Fasinpat, ex Zanon. Subtitled in English
El film va indagando en la vida de un grupo de obreros, hombres y mujeres de la Patagonia argentina, que inician una lucha para frenar las muertes y los accidentes que se producen en la fábrica de cerámicos donde trabajan. Los conflictos que atraviesan se vuelven cada vez más complejos y vertiginosos, y el compromiso que asumen con esta lucha se vuelve inimaginado para muchos de ellos. Estos episodios violentos van sacudiendo sus vidas y transforman su percepción del mundo.Ninguno puede reconocerse como el ser humano que era. Algo cambió, se rompió, se trastocó para no volver nunca al mismo lugar. En un país pobre, saqueado por sus propios gobiernos y empresarios, los trabajadores de Cerámica Zanon, deciden tomar la planta cuando el dueño la cierra y ponerla a producir sin jefes ni patrones. Esto es un desafío permanente y a diario tienen que enfrentarse a un sistema que se empeña en boicotearlos. Pero la mayor barrera a sortear no está afuera sino adentro, en la propia formación como parte de esta sociedad. Aunque muchos no lo sepan en esta batalla interna, se encuentra la puerta para la construcción de un mundo completamente diferente.