Varios
El voluntariado cobra fuerza con mas de 33.500 personas ligadas a 890 entidades
La mayoría se dedica a actividades vinculadas a juventud, discapacidad, exclusión y cooperación. Las ONG refuerzan la formación del personal que trabaja de forma desinteresada y cada vez más parados ‘se enrolan’ en una ASIER AZPILIKUETA PORTAVOZ DE EKOLOGISTAK MARTXAN «Muchas veces no ayudamos al ciudadano, le tocamos las narices» «Ekologistak Martxan es un grupo […]
La mayoría se dedica a actividades vinculadas a juventud, discapacidad, exclusión y cooperación. Las ONG refuerzan la formación del personal que trabaja de forma desinteresada y cada vez más parados ‘se enrolan’ en una
ASIER AZPILIKUETA PORTAVOZ DE EKOLOGISTAK MARTXAN
«Muchas veces no ayudamos al ciudadano, le tocamos las narices»
«Ekologistak Martxan es un grupo que muchas veces no ayuda al ciudadano, como sí lo hacen otras ONG, sino que les toca las narices porque nuestra labor es hacerle ver cosas que no quiere ver», asevera Asier Azpilikueta, portavoz de la asociación. Ekologistak Martxan, que forma parte de la confederación Ecologistas en Acción, no es una ONG al uso, se declara «abierta y no jerárquica». «Nos dedicamos a la sensibilización y la denuncia de lo que hacen la Administración y los ciudadanos, a los que, por una parte, ayudamos a que funcionen de otra manera, pero por otra les incordiamos cuando les decimos que deben usar menos el coche y reclamamos medidas para que los vehículos corran menos «, explica Azpilikueta.
Este colectivo, con 65 socios y cuyos miembros son todos voluntarios, no se declara ambientalista ni conservacionista sino que se enclava dentro del ecologismo social. «Nos gusta la naturaleza, pero pensamos que los problemas medioambientales tienen su origen en la sociedad, en la forma de producción y consumo, cada vez más globalizado y del que se derivan otros problemas sociales, como las relaciones Norte-Sur y la desigualdad social, por tanto, hay que actuar sobre la sociedad para actuar sobre el medioambiente y al contrario», expone. «En la asociación -aclara- hay amantes de la naturaleza, pero yo soy un ecologista urbano, me preocupa más lo gris que lo verde, y como yo hay otros».
Los miembros de Ekologistak Martxan son partidarios del autoaprendizaje. «No somos una asociación de científicos o expertos, sino de personas preocupadas por los problemas de nuestra sociedad, por eso nos autoformarnos: el que viene trae su propia preparación y con el trasvase de información y experiencias entre nosotros acabamos formándonos», expone.
La asociación realiza campañas de sensibilización, denuncias públicas o legales contra aquellas actuaciones que dañan el medio ambiente, a la vez que elabora alternativas concretas en cada uno de los ámbitos en los que desarrolla su actividad. Además, organiza ekoeskolas abiertas al público para recibir información actualizada sobre cuestiones como el ecologismo social, el decrecimiento y el ecofeminismo. «Hay miles de temas sobre los que actuar y no llegamos ni al 0,01% de ellos, por eso necesitamos voluntarios, personas preocupadas por los problemas de la sociedad y el medioambiente». Ekologistak Martxan se felicita por el alto nivel de voluntariado en Navarra, pero alerta de que «muchos de ellos cubren la asistencia que debería dar la Administración.
Para Azpilikueta, el principal problema de Navarra es el modelo de consumo y de economía, «que origina numerosos males, entre ellos, el cambio climático, el problema más acuciante». El portavoz del colectivo admite que intentar solucionarlo puede ser una labor titánica y defiende que la lucha comience «por lo pequeño, por uno mismo». «Asociarse con personas que tengan las mismas preocupaciones es una buena manera de arrancar porque así al final acabas actuando no solo en tu persona sino también en tu entorno. Este año, por ejemplo, hemos puesto en marcha un grupo de consumo que compra directamente a los productores. Así, día a día, propiciamos el cambio», observa .
El colectivo, muy crítico con el Plan de Residuos de Navarra, reconoce que sus planteamientos pueden no ser populares. «Nosotros pedimos lo que los gobiernos no se atreven a pedirse a sí mismos».
NATALIA HERCE RESPONSABLE DE VOLUNTARIADO DE MEDICUS MUNDI
«Cuesta hacer ver al voluntario que su labor aquí mejora la vida en el Sur»
Unas 140 personas prestan servicio de forma voluntaria y desinteresada en Medicus Mundi, una de las ONG más veteranas de Navarra y cuya finalidad es impulsar un cambio para que haya más equidad en el mundo, especialmente en cuestiones de salud. La organización quiere sacudirse el tópico de que se trata de una entidad compuesta por sanitarios y exportadora de médicos y enfermeras. «La mayoría de nuestros voluntarios trabajan en Navarra y no están implicados, salvo excepciones, en la gestión de proyectos sino que su labor tiene que ver con actividades relacionadas con la educación para el desarrollo, la sensibilización y comunicación, es decir, con lo que llamamos trabajo en el Norte. Otro gran grupo de voluntarios se dedica a realizar traducciones, sobre todo, de inglés y francés», explica Natalia Herce, responsable de voluntariado de la ONG.
La organización, que apuesta por trabajar con personal local en los países donde tiene proyectos, estudia ahora la posibilidad de ofertar la realización del voluntariado en el extranjero. «Resulta más atractivo, de hecho muchos jóvenes se acercan a Medicus Mundi para cooperar en el países del Sur, pero por ahora no tenemos esa opción. Estamos reflexionando sobre qué salida darles a ellos y a las personas con carreras técnicas o formación profesional que quieren dedicar sus vacaciones, por ejemplo, a un proyecto de cooperación», explica. «No cabe duda de que los que han viajado a los países del Sur vuelven motivados porque comprueban allí para qué sirve lo que hacen aquí y uno de los problemas de las ONG de cooperación es lograr que las personas voluntarias den ese salto, por eso motiva más irse fuera que trabajar aquí», añade.
Otra de las apuestas de la organización para los próximos años es el trabajo on line y la incorporación de jóvenes que se apoyen en las redes sociales como herramienta para su labor. «Es imprescindible. Las redes sociales tienen un gran papel en el trabajo de sensibilización y de incidencia política, de ahí que Medicus Mundi haya hecho una apuesta clara por esta línea de trabajo que hasta ahora nos había pillado con el pie cambiado», admite. Este personal forma parte de un tipo de voluntario ya conocido como voluntario virtual. «Todo el trabajo de traducir se hace on line, de hecho yo ni conozco a los traductores. Cada vez más tareas se pueden hacer desde casa y es algo que queremos potenciar».
El perfil del voluntariado de Medicus Mundi, al que la ONG se encarga de impartir formación sobre la propia organización, la cooperación al desarrollo y las tareas específicas que realizará cada uno de ellos, es variado pero el grueso lo componen personas mayores de 50 años en activo. «En general se acercan personas con una situación laboral estabilizada, aunque empiezan a llegar prejubilados, jubilados y parados. Tenemos otro grupo de entre 30 y 40 años, aunque no es el mayoritario, y en los últimos meses intentamos incorporar jóvenes», resume. Para Herce, el voluntariado está en auge. «Cada vez más gente quiere comprometerse desde un punto de vista social y creo que el voluntariado del futuro va ir encaminado a incidir en política, a hacer propuestas que sirvan para cambiar las cosas».
MAITE CIGANDA COORDINADORA DE LA ASOCIACIÓN HEGOAK
«La sociedad no entiende que un joven dé su tiempo sin cobrar»
Hegoak nació en 1994 para apoyar y acompañar a un grupo de personas que se encontraba en proceso de rehabilitación dentro del programa de Proyecto Hombre y también a sus familiares. En 2000, dio un giro y tras analizar la situación de Navarra en materia de drogas optó por importar una filosofía nacida en Europa y centrada en la reducción de riesgos y daños. «Nuestro objetivo es capacitar a las personas para convivir en un mundo con drogas, de tal forma que el consumo no se convierta en el centro de sus vidas, y minimizar los riesgos y daños derivados de un uso incorrecto de las sustancias, legales o ilegales», expone la coordinadora de la asociación, Maite Ciganda.
Una de las actividades más conocidas de Hegoak es el seguimiento de la adulteración del mercado de drogas ilegales a través del análisis de sustancias en entornos de consumo, como fiestas multitudinarias, y en laboratorios, pero su actividad va más allá: la asociación es pionera en la intervención en bajeras, donde imparten talleres sobre drogas y edita materiales para que se hable de las drogas desde otro punto de vista: «El propósito es que los jóvenes antes de decir si quieren o no quieren una sustancia, se planteen por qué la quieren y si deciden tomarla sepan que tiene unos riesgos y los reduzcan».
El colectivo organiza, asimismo, talleres y cursos dirigidos a profesionales, jóvenes y padres y madres, también atiende casos particulares. «Puede venir una madre diciendo: «He pillado a mi hijo con una china y no sé en qué situación está», ejemplifica Ciganda. Toda esta labor se basa en el trabajo de una plantilla eminentemente joven, compuesta por 26 voluntariados y colaboradores y cinco personas contratadas . «El centro de todo son los voluntarios, sin ellos no existiría Hegoak porque la asociación también tiene como fin crear un espacio de participación sobre consumo, por eso todos son jóvenes», destaca. Para Ciganda, esta es un buena forma de trabajo porque «la comunicación se da entre iguales». Los voluntarios de Hegoak tienen entre 18 y 35 años. «Se trata de personas activas, motivadas para aprender y aportar a la sociedad una nueva visión sobre el fenómeno del consumo de drogas, con una capacidad respetuosa y no enjuiciadora, pero críticas. Apuestan por la capacitación de personas libres y autónomas que tomen sus propias decisiones de forma reflexiva y responsable», expone la coordinadora.
La asociación se encarga de formar al personal que presta servicio de forma desinteresada. «Todos los años hacemos un taller para poner a los voluntarios en contacto con el fenómeno y formarlos en la atención a las personas», explica.
La tarea es ingente así que Hegoak abre sus puertas a los jóvenes interesados en colaborar. «Todos son bienvenidos porque al ser nuestros voluntarios jóvenes experimentan muchos cambios en su situación personal y tienen altibajos en la participación». De hecho, para Ciganda una de las dificultades de estos voluntarios es lo complicado que les resulta adoptar un compromiso estable con la asociación, cuya labor ha beneficiado a más de 90.000 personas en 2010. «Además, la sociedad no entiende que se pueda dedicar tiempo a una asociación sin cobrar por ello y eso puede desanimar»