Varios
Contracorriente
¿En que principios debe basarse una economía alternativa? Para entender el valor y la potencialidad de las alternativas de la economía solidaria es importante adquirir perspectiva. Hemos escuchado muchas veces esas sombras de sospecha sobre la ‘utilidad’ de estas iniciativas, resaltando de forma nada inocente la fragilidad del sector, su pequeño tamaño o el escaso […]
¿En que principios debe basarse una economía alternativa?
Para entender el valor y la potencialidad de las alternativas de la economía solidaria es importante adquirir perspectiva.
Hemos escuchado muchas veces esas sombras de sospecha sobre la ‘utilidad’ de estas iniciativas, resaltando de forma nada inocente la fragilidad del sector, su pequeño tamaño o el escaso conocimiento por parte de la ciudadanía. Por eso merece la pena presentar el contenido de fondo de este dinamismo alternativo que las reúne a todas ellas, las pone en perspectiva y las dota de valor social. Una esencia que justifica esa reivindicación de legitimidad que se sustenta sobre lo que podríamos llamar el triángulo ético de estas organizaciones: su capacidad, su motivación y su respaldo social.
Las propuestas de la economía solidaria son, en primer lugar, capaces de trasformar. Y no lo son por razones tan arraigadas en el pensamiento único neoliberal como el poder o la habilidad para crecer, sino porque entienden los retos que plantea la justicia, porque conocen los rostros de las víctimas, porque saben del agotamiento de los recursos, del abandono del medio rural… Por eso son capaces, mucho más que otras grandes organizaciones que basan sus estrategias en cálculos de consecuencias deliberadamente parciales (consume y creceremos todos).
Las propuestas de la economía solidaria están, asimismo, motivadas para la transformación. Y lo están porque plantean sus alternativas libres de los bloqueos tradicionales del sistema económico: las relaciones verticales y la búsqueda del máximo beneficio. Frente a estos bloqueos, las propuestas de la economía solidaria se asientan sobre la participación, la cooperación, la ausencia de ánimo de lucro o la revalorización de lo local, haciendo calar en toda la organización la cultura de la solidaridad. Nos preguntamos por el respaldo social de las propuestas de la economía solidaria y tendemos a medirlo como una foto fija que ofrece números que comparamos con las cifras del mercado.
No cabe duda de que las propuestas de la economía solidaria aspiran a ir convirtiendo la legitimidad que reivindican en un proceso de agregación de personas y organizaciones para la transformación, pero no es menos cierto que el respaldo social que necesita una construcción sólida de palancas de trasformación es algo mucho más denso que votar o comprar. Es agregar, en un esfuerzo cotidiano, a ciudadanía militante, que nada a contracorriente. Por eso es importante resaltar el respaldo social en otros términos, como son la proliferación de experiencias, la capacidad de incidencia, la ocupación de espacios, el reconocimiento político o el apoyo legislativo. Hemos observado avances en estos últimos tiempos. Pocos, sin duda. Pero es que nadando a contracorriente, aunque te ejercites, se avanza despacio.
REAS Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria
Artículo publicado en el nº 111 de Diagonal en el marco del acuerdo entre REAS y Diagonal
www.economiasolidaria.org