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Reciprocidad o muerte (Leonardo Boff)

Desde que los seres humanos decidieron vivir juntos, establecieron un contrato social no escrito, en el que formularon normas, prohibiciones y propósitos comunes que les permitieran una convivencia mínimamente pacífica. Después surgieron pensadores que le dieron un estatuto formal, como Locke, Kant y Rousseau. Todos esos contratos históricos tienen un defecto: suponen individuos desnudos y […]

29 junio 2009
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Desde que los seres humanos decidieron vivir juntos, establecieron un contrato social no escrito, en el que formularon normas, prohibiciones y propósitos comunes que les permitieran una convivencia mínimamente pacífica.

Después surgieron pensadores que le dieron un estatuto formal, como Locke, Kant y Rousseau. Todos esos contratos históricos tienen un defecto: suponen individuos desnudos y acósmicos, sin el mínimo vínculo con la naturaleza o la Tierra. Ignoran y silencian totalmente el contrato natural. A partir de Descartes y Bacon, se implantó la ilusión de que el ser humano está por encima y fuera de la naturaleza, con el propósito de dominarla y poseerla.

Este proyecto continúa llevándose a cabo mediante la guerra de conquista que se sigue con la apropiación de todos los recursos y servicios naturales. Atrás queda siempre un rastro de devastación de la naturaleza y de deshumanización brutal. Antes se hacía la guerra para apropiarse de regiones y pueblos. Hoy ya se han conquistado todos los espacios, y lo que se lleva es una guerra contra la Tierra, sus bienes y servicios, explotándolos hasta la extenuación. La Tierra no tiene ya descanso, refugio o espacio al que replegarse.

La agresión es mundial y la reacción de la Tierra-Gaia está siendo también mundial. Es la venganza de Gaia. No tenemos otra salida que un contrato natural articulado con el contrato social. Se trata de superar nuestro arrogante antropocentrismo y de poner todas las cosas en su lugar, y a nosotros junto a ellas, como parte de un todo. ¿Qué es un contrato natural? Es el reconocimiento por parte del ser humano de que él está inserto en la naturaleza, de la que recibe todo, y el reconocimiento de que debe comportarse como hijo de la Madre Tierra, devolviéndole cuidado y protección para que ella continúe dándonos vida.

El contrato natural supone reciprocidad. La naturaleza nos da todo lo que necesitamos, y nosotros la respetamos y reconocemos sus derechos de existir y preservamos su integridad y vitalidad. Al contrato social debemos añadir ahora el contrato natural de reciprocidad y simbiosis. Renunciamos a dominar y a poseer, y nos hermanamos con todas las cosas. No simplemente las utilizamos, sino que, al usarlas, las contemplamos, admiramos su belleza y organicidad y cuidamos de ellas. La naturaleza es nuestro anfitrión generoso y nosotros somos sus huéspedes agradecidos. No vamos a establecer una tregua en esta guerra, sino que vamos a establecer una paz con la naturaleza y con la Tierra.

La crisis económica de 1929 no se preguntó por la naturaleza y por la Tierra. Su presupuesto ilusorio era que ellas estarían siempre ahí, disponibles y con recursos infinitos. Hoy la situación es distinta. Sus bienes y servicios se han evidenciado finitos, y ya hemos sobrepasado su capacidad de reposición en un 40%. ¿Cuándo es traído a debate ese factor, a la búsqueda de soluciones para la crisis actual? Estamos siendo dominados por economistas, en su gran mayoría, verdaderos idiotas especializados (Fachidioten ), que no ven sino números, mercados y monedas, y olvidan que comen, beben, respiran y pisan suelos contaminados. Sólo pueden hacer lo que hacen porque están asentados en la naturaleza, que les posibilita hacer todo lo que hacen, especialmente dar razones al egoísmo y a las barbaridades que la actual economía hace, perjudicando a millones de personas, y que van minando la base que la sostiene. O restablecemos la reciprocidad entre la naturaleza y el ser humano, y rearticulamos el contrato social con el contrato natural, o tenemos que aceptar el riesgo de ser expulsados y eliminados por Gaia. Confío que en aprenderemos a partir del sufrimiento y del uso del poco buen sentido que todavía nos queda.

Leonardo Boff

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