Feminismos

Cuídame, nos cuidamos y te cuidaré

La economía feminista trabaja en la idea de la necesaria cooperación público-comunitaria para organizar socialmente los cuidados. Un artículo de REAS Red de Redes aparecido en Píkara Magazine como inspirador para el Eje 1 de IDEARIA 2022

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Si me cuidas y nos cuidamos, te cuidaré. Esta afirmación plantea de manera sintética una nueva fórmula para las matemáticas de los cuidados. Cuidar a cualquier precio, cuidar por encima de nuestras posibilidades y cuidar a todo el mundo han sido axiomas impuestos a las mujeres. Y también el motivo por el que tantas veces “no salen las cuentas”. Empobrecimiento de las mujeres, plusvalía emocional, estrés, mutilación de la autoestima, ansiedad y dependencia económica son algunos de los resultados de estas cuentas mal hechas.

¿Qué es la vida sino cuidados?, ¿cómo nos sentimos cuando cuidamos?, ¿qué necesidades de cuidados se encuentran sin cubrir en nuestra vida?, ¿qué agentes es necesario que cooperen para que se cubran? Estas son algunas de las preguntas que han guiado el eje de economía feminista IDEARIA, un encuentro bianual cuyo objetivo para esta XV edición es la generación de sinergias y la intercooperación bajo las fórmulas de la economía social y solidaria.

Y la propuesta que surge al pensar en estas preguntas reside en repensar las fórmulas básicas para que pueda haber cuidados adecuados para todas las personas sin sobrecargar ni explotar a quienes actualmente se encargan del trabajo de cuidados (en su mayoría, mujeres, muchas de ellas migradas). Y en estas nuevas ecuaciones, las instituciones públicas y los recursos comunitarios son algunos de los agentes necesarios.

El papel de las instituciones

Las respuestas que se han dado desde lo público a las necesidades de cuidado de la población han sido, en el Estado español, homogéneas y carentes de fórmulas cooperativas. Tanto en los servicios de ayuda a domicilio como en la atención a la vejez, a la dependencia y a la infancia, los recursos que se ofrecen dejan poco espacio a la creatividad y a la singularidad.

Como alternativa desde las entidades de la economía social y solidaria se han tejido propuestas y estrategias para atender las necesidades de familias diversas, de personas mayores o de la crianza sin desplazar la singularidad que pueda haber en ellas. El necesario diálogo para que estas fórmulas tengan una mayor visibilización en los planes y políticas públicas es uno de los desafíos del encuentro IDEARIA, que además tiene como objetivo mejorar las condiciones de trabajo de quienes se dedican profesionalmente al sector de cuidados.

Una contratación pública responsable, que incluya cláusulas sociales que fomenten la equidad y la conciliación familiar y laboral dentro de las empresas, o la reserva de contratos a empresas bajo fórmulas de economía social (empresas de inserción, centros especiales de empleo de iniciativa social, cooperativas…) proveedoras de estos servicios haría posible mejorar las condiciones de vida y trabajo de sus trabajadoras y trabajadores.

Redes de solidaridad

En los últimos años ha quedado demostrado la importancia de las redes comunitarias para responder tanto a las emergencias sociales como a las necesidades básicas de la población. Entre estas necesidades, las de cuidados son aquellas que, articuladas de manera cercana, pueden responder de una forma más directa e individualizada a las necesidades diferenciadas de personas mayores, menores, en procesos de enfermedad o con necesidades especiales. Recuperarlas, incentivarlas y apoyarlas desde lo público será vital para un menor distanciamiento entre lo que la población necesita y lo que las instituciones ofrecen. Las administraciones públicas no pueden sustituir a la ciudadanía ni ponerse a la cabeza de estas iniciativas que son fruto de la autoorganización social.

Sin embargo, esto no quiere decir que las administraciones no pueden jugar ningún papel, al contrario, pueden reforzar las iniciativas ya existentes y explorar formas para colaborar con ellas.

Las administraciones públicas pueden proporcionar recursos a estas iniciativas (formativos, informativos, de asesoramiento, de detección de oportunidades, de trámites, de relaciones, infraestructuras, reducciones de impuestos locales, etc.), difundirlas entre la ciudadanía, darlas visibilidad y reconocimiento social; acompañar a estos proyectos en su nacimiento, creación y consolidación; financiar el desarrollo de algunas de sus actividades; e impulsar iniciativas en conjunción con las redes y movimientos locales.

Las redes funcionan como una política pública desde abajo, como se afirma en el artículo ‘Ayuda mutua, anticipación y crisis por venir’, que extrae conclusiones del estudio ‘Solidaridades de proximidad’. “No se trata de pretender universalizar y hacer permanentes los patrones de comportamiento que acontecen en momentos extraordinarios, sino de ser capaces de identificar los aprendizajes que deberíamos sistematizar y protocolizar de cara al futuro”, dice el texto

Propuestas desde la economía social y solidaria

En este contexto, desde la economía social y solidaria se plantean varias líneas de trabajo: reorganización social de los cuidados, establecer una relación público-comunitaria, apostar por la equidad en la prestación de tareas de cuidados y valorar estas, entre otras cuestiones, que están presentes en los documentos ‘La vida en el centro: 10 propuestas para afrontar la necesaria transición del modelo de cuidados‘ y ’14 Ejes de actuación y 85 medidas para una nueva normalidad Solidaria, Feminista y Ecológica’.

La economía social y solidaria apuesta por la reorganización social de los cuidados a través del impulso de medidas de conciliación-corresponsable (permisos iguales e intransferibles por nacimiento o adopción -como defiende la plataforma PiiNA-, horarios flexibles, trabajo a distancia, distribución personalizada de horarios, etcétera, incorporando la perspectiva de género antirracista -ya que muchas de las personas que ofrecen estos servicios son migradas- a estas medidas para intentar evitar la violencia estructural). Esto llevaría un cambio de cultura organizacional y práctica empresarial.

En la relación que las administraciones públicas mantienen con el sector privado empresarial se abren posibilidades para impulsar este cambio cultural: por ejemplo, apoyando, de manera directa, aquellas empresas que pongan en marcha procesos de cambio organizacional, valorando las estructuras no jerárquicas en las que no es posible que los cuidados acaben sin ser objeto de especulación capitalista. También pueden impulsar nuevos usos del tiempo a través de políticas públicas de carácter integral, en las que la educación en valores éticos en los cuidados esté presente como eje vertebrador y la contratación pública responsable como mecanismo a través del cual se puede ahondar en las mejoras de los cuidados.

Desde REAS Red de Redes, en distintos territorios como Euskadi, Canarias, Cataluña o Madrid, se han favorecido conversaciones en torno a estos procesos necesarios de cooperación público-comunitaria, que tienen que ser respondidos por las administraciones. También es necesaria la equidad en la prestación de tareas de cuidados, es decir, establecer medidas que fomenten la democratización del reparto de tareas y la responsabilización de los hombres en la prestación de cuidados, sea a través de medidas en el sector educativo-profesional como, especialmente, en la sensibilización en el ámbito privado.

Y para valorar estas tareas de cuidados hay que promover la dignificación de las condiciones laborales del sector: atención a la seguridad laboral, refuerzo de la inspección de trabajo, apoyo a la construcción de un convenio colectivo para las empleadas de hogar, incorporación de las trabajadoras del hogar en la ley de prevención de riesgos laborales, etc. apoyar procesos colectivos de organización de las trabajadoras por la defensa de sus derechos y reivindicaciones.

Para mejorar la atención a la dependencia y los servicios sociales hay que dotar de más recursos a este sistema público con más horas de servicio de ayuda a domicilio, con la reducción de listas de espera, con la ampliación de las plantillas para atender a las beneficiarias del servicio, con la mejora de las retribuciones salariales , con la mejora de las prestaciones del servicio, y con el cuestionamiento del propio sistema de atención y sus formas de aplicación.

La atención a la salud mental y emocional de las trabajadoras como a las personas cuidadas es vital; y para ello es necesario dotar de recursos que sostengan servicios especializados y aumentar el número de profesionales.

Es necesario también replantear las políticas de cuidados, ampliando la inclusión de aquellos que sean necesarios de acuerdo con las nuevas necesidades, garantizando su universalización, agilizando su accesibilidad y promoviendo y respondiendo de su calidad. Es importante apostar por unos servicios públicos reforzados, ampliando su oferta, así como sus recursos económicos y humanos, basados en procurar una vida buena. El incremento del empleo público (en la provisión de nuevos servicios o en la publicación de los existentes), así como en la creación de empresas de economía social y solidaria en este ámbito son estrategias básicas. Por citar solo algunos ejemplos, en los municipios de Guía de Isora y Candelaria (ambos en Tenerife) son las empresas de inserción las que están siendo promovidas por sus ayuntamientos para ofrecer servicios de ayuda a domicilio y transporte adaptado.

Las entidades sin ánimo de lucro forman un sector que, para determinados servicios, ofrece interesantes oportunidades para la innovación público-social, dejando de lado el beneficio únicamente monetario para poner en el centro de la intervención los propios cuidados y las personas que intervienen en ellos. Esto se materializa en cooperativas mixtas con participación pública, de entidades de economía social y solidaria y de la propia ciudadanía; en cooperativas de trabajo asociado impulsadas o apoyadas por instituciones públicas; en cooperativas de servicios públicos compuestas por instituciones públicas y personas usuarias; en la remunicipalización de algunos servicios a través de estructuras mixtas; y en empresas de inserción promovidas por instituciones públicas.

Por otro lado, desde el campo del urbanismo se pueden (y deben) hacer grandes aportaciones en favor de una sociedad estructurada en torno a los cuidados, entre otras cosas porque el espacio que habitamos no es neutro y su diseño es generador de todo tipo de desigualdades ecosociales. Hablamos de la escala de la vida cotidiana y del urbanismo de proximidad, donde es fundamental diversificar los usos a escala de barrio (incentivar el caminar y expulsar al coche), poner en valor la escala comunitaria en el diseño (romper con la dualidad espacio público-espacio privado) o trabajar con la vecindad como mayor experta de su territorio próximo (participación real, diversa, segura e inclusiva).

En definitiva, esta aritmética difícil pero no imposible entre lo individual y lo colectivo, lo privado y lo público, encuentra en la economía social y solidaria fórmulas útiles para diseñar estrategias y atender las necesidades de cuidados que todos los seres vivos enfrentan. La idea de “hacer piña” que el encuentro Idearia plantea es básica para hacer frente a los retos de la interdependencia que tenemos por delante.

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