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El muro de la financiación se agrieta en los municipios

Por Carlos Saavedra de El Salmón Contracorriente La economía social y solidaria se sigue abriendo hueco en la agenda de los ayuntamientos, pero es necesaria una mayor implicación para que pueda sobrevivir a cambios de gobierno. “Un sistema tan injusto con las personas, tan violento con los pueblos, tan patriarcal con las mujeres, depredador con […]

27 noviembre 2016
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Por Carlos Saavedra de El Salmón Contracorriente

La economía social y solidaria se sigue abriendo hueco en la agenda de los ayuntamientos, pero es necesaria una mayor implicación para que pueda sobrevivir a cambios de gobierno.

“Un sistema tan injusto con las personas, tan violento con los pueblos, tan patriarcal con las mujeres, depredador con los recursos del planeta y provocador de tanta desdicha e infelicidad”, ése es el sistema al que hay que hacer frente, aseguraba Carlos Askunze, de REAS Euskadi y REAS-Red de Redes (la red de redes territoriales y sectoriales de economía solidaria en el Estado español) en la clausura del II Congreso de Economía Social y Solidaría en Bilbao.

A la hora de hacerle frente, el problema (casi) siempre es el mismo: el dinero, cómo financiar las iniciativas que nacen de la ciudadanía organizada y que muchas veces no cuajan por falta de recursos económicos.

Barcelona y Madrid, dos transatlánticos

“Buscar la dinamización del tejido social y cooperativo de la ciudad de Madrid”. Ése es el principal objetivo del Proyecto Mares, que pretende recuperar espacios públicos e impulsar procesos de innovación que generen nuevo tejido económico. Para ello se destinarán 4,8 millones de euros en un proyecto piloto que abarcará los distritos más castigados por los desmanes del capitalismo capitalino: Villaverde, Centro, Vicálvaro y Puente de Vallecas.

“Partimos de una situación prácticamente de olvido tras los últimos gobiernos neoliberales”, aseguraba Bernardino Sanz, director general de Economía y Sector Público del Ayuntamiento de Madrid, “pero teniendo en cuenta que entre el 25%-30% de la economía se mueve a partir de la contratación pública, algo que sí se puede hacer para influir en el modelo que queremos”, defendía el representante del Ayuntamiento madrileño.

La lucha contra la exclusión social también aparece en el centro de la diana a la que el Gobierno de Barcelona en Comú apunta los dardos de las políticas municipales: “Queremos transitar hacia una ciudad de 73 barrios, porque ahora hay muchas Barcelonas, y muy desiguales entre ellas”, denunciaba Xavier Rubio, técnico del Comisionado de Economía Cooperativa, Social y Solidaria del Ayuntamiento de Barcelona. Todo ello tras lograr un superávit de 125 millones en el ejercicio anterior, de los cuales 25 van para “tranquilizar a Montoro y meterlo en la caja”. De los cien restantes, la mitad (50) se destinan a compra pública y la otra mitad (otros 50) a la contratación de servicios: “Ahí es donde se implementa el plan de choque con la economía social y solidaria”, explicaba Rubio, a un sector con más de 4.800 realidades que van desde lo paliativo a lo transformador.

Ése es el caballo de Troya que tiene que representar la economía social y solidaria dentro del modelo económico imperante, “porque la fiesta tarde o temprano acabará pero la economía social y solidaria consolidada permanecerá ahí”, vaticinaba Rubio, en uno de los diálogos celebrados durante el II Congreso de Economía Social y Solidaria.

Euskadi lleva la delantera

Este tipo de colaboraciones público-sociales ya tienen su recorrido en Euskadi, territorio en el que la economía social juega en otra liga y presenta estructuras mucho más consolidadas que en el resto del Estado español. Municipios como Hernani (Guipúzcoa) van de la mano de entidades como Fiare Banca Ética a través de la cual se financian proyectos de microcrédito para personas en riesgo de exclusión, o son miembros de Goiener, un proyecto cooperativo de generación y consumo de energía renovable.

La formación en la economía social y solidaria es esencial: “Desde el Ayuntamiento tratamos de formar y ayudar a la creación de nuevas empresas, a lo largo de cuatro años en clave de economía solidaria y las cooperativas resultantes del proceso luego son acompañadas por el Ayuntamiento”, señalaba Luis Intxauspe, alcalde de Hernani durante el congreso del pasado fin de semana.

Hacer frente al sistema también es posible en un municipio tan pequeño como Hernani. Entre tres localidades de la región crearon una empresa pública con otras condiciones que nada tienen que ver con las de la contrata que se lleva la mayoría de los contratos públicos, FCC, una empresa que tiene poca o ninguna preocupación por el desarrollo socioeconómico del municipio.

No todo es dinero

Ese “casi” del segundo párrafo no es poca cosa. Por poco o mucho empeño que salga de la administración de turno, el cambio real siempre tiene que venir de la ciudadanía para que la transformación llegue a cuajar: “Necesitamos una ciudadanía organizada. Siempre es esencial, porque es en ella sobre la que nos apoyamos”, reclamaba Patricia Perales, concejala delegada de Economía Local Sostenible del Ayuntamiento de Pamplona en uno de los talleres del congreso bilbaíno.

Y es que la máquina de hacer cooperativas no existe, una administración puede poner el dinero, los recursos (que no es poco) y toda la información al servicio de la ciudadanía. “Nuestra labor también está en la formación de esas pequeñas empresas que podrían estar interesadas en trabajar un acuerdo con la Administración para asegurar un determinado servicio público y que no lo hacen porque no saben cómo tratar con la Administración”, alertaba Perales, desde un ayuntamiento de una ciudad que ha visto cómo se han intentado privatizar hasta las bibliotecas.

El rechazo popular desde la calle frenó la iniciativa del anterior Gobierno del Partido Popular poniendo de manifiesto que no hay millones que puedan sustituir la lucha organizada desde la calle.

UNA ECONOMIA CON VALORES COMPARTIDOS

Un sector heterogéneo pero definido por unos principios básicos por todas las organizaciones.

El ámbito de la economía social y solidaria está integrado por distintos tipos de entidades, en su naturaleza jurídica (cooperativas, sociedades laborales, mutualidades, fundaciones, asociaciones, empresas de inserción, entre otras), con diferentes regímenes fiscales, de contabilidad y tamaños (capital social, volumen de facturación, número de personas cooperativistas, trabajadoras, etc.) En términos generales, está integrado mayoritariamente por entidades de tamaño pequeño y mediano. Dentro de esta heterogeneidad uno de sus retos es afrontar su viabilidad económica, financiera, organizativa, medioambiental y social en el marco de unos valores compartidos por las organizaciones que participan en REAS–Red de Redes, que no deberían ser sólo declarados, sino practicados en el seno de todas ellas. 
  • La autonomía como principio de libertad y ejercicio de la corresponsabilidad.
  • La autogestión como metodología que respeta, implica, educa, iguala las oportunidades y posibilita el empoderamiento.
  • La cultura liberadora como base de pensamientos creativos, científicos y  alternativos que nos ayuden a buscar, investigar y encontrar nuevas formas de convivir, producir, disfrutar, consumir y organizar la política y la economía al servicio de todas las personas.
  • El desarrollo de las personas en todas sus dimensiones y capacidades: físicas, psíquicas, espirituales, estéticas, artísticas, sensibles, relacionales… en armonía con la naturaleza, por encima de cualquier crecimiento desequilibrado económico, financiero, bélico, consumista, transgénico y anómalo como el que se está propugnando en nombre de un desarrollo “ficticio”.
  • La compenetración con la naturaleza.
  • La solidaridad humana y económica como principio de nuestras relaciones locales, nacionales e internacionales.

En este sentido, hay estructuras que por su limitada solvencia (patrimonio), dificultades de estabilizar su volumen de ingresos y, en los últimos tiempos, de cobros (liquidez) y en un contexto actual caracterizado por la incertidumbre y los retos y límites del sistema económico y social actual, tienen dificultades económicas, de financiación y de acceso, por ejemplo,  al sector bancario convencional. Existe, sin embargo, una financiación alternativa (Fiare, proyectos como Coop 57, otros modelos de banca ética, cooperativas de crédito, etc. ) que favorecen la financiación (y otros productos bancarios) de este amplio sector.

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