Varios
“Hay que buscar modelos alternativos basados en las personas”
Goteo es una red social para la microfinanciación o crowdfunding de proyectos que generan un bien común. Ofrece a la ciudadanía la posibilidad de aportar dinero a iniciativas que quiere apoyar. Gota a gota, ya ha conseguido recursos para proyectos como “PachaMama” -una red de entrega de cestas ecológicas en bicicleta de productoras locales al […]
Goteo es una red social para la microfinanciación o crowdfunding de proyectos que generan un bien común. Ofrece a la ciudadanía la posibilidad de aportar dinero a iniciativas que quiere apoyar. Gota a gota, ya ha conseguido recursos para proyectos como “PachaMama” -una red de entrega de cestas ecológicas en bicicleta de productoras locales al consumidor- o “#CrowdfundPaRato” -primera querella del pueblo contra la banca-, entre otras muchas. En septiembre entrará en funcionamiento GoteoEuskadi.
[Eva DOMINGO] El Museo San Telmo de Donostia acogió el 12 de julio un interesante taller sobre esta iniciativa. Entrevistamos a Ricardo Antón, una de las personas coordinadoras de GoteoEuskadi, desde Colaborabora.
GoteoEuskadi será primer nodo autónomo de Goteo. Explíquenos con más detalle qué tipo de iniciativas pueden optar a esta cooperación colectiva o micromecenazgo. Hablan de proyectos con ADN abierto. ¿Qué engloba este término?
En Goteo tienen cabida iniciativas de muy diverso tipo, pensadas, producidas y/o distribuidas desde una perspectiva común, libre y abierta. Proyectos creativos e innovadores, cuyos fines sean de carácter social, cultural, científico, educativo, tecnológico o ecológico. Propuestas con vocación pública, que generen nuevas oportunidades para la mejora constante de la sociedad, orientadas a propiciar cambios positivos en los lugares donde se desarrollan, contribuyendo a fortalecer la comunidad que las genera y/o acoge (bien social); y que necesariamente tengan un ADN abierto, para enriquecer los bienes y recursos comunes, asegurando así la posibilidad de transferencia y reutilización por el mayor número posible de personas y colectivos (bien común). Esto es, proyectos que gracias a la utilización de licencias libres y/o abiertas (por ejemplo Creative Commons o GPL), compartan conocimiento y den acceso libre al código fuente, a productos y recursos, a formación a través de manuales y/o talleres, a archivos y contenidos relacionados con la actividad para la que busquen cofinanciación, que puedan copiarse, reutilizarse y remezclarse.
Buscamos todo tipo de proyectos abiertos, relacionados con las posibilidades de Internet y lo digital; con los usos de los lugares donde queremos vivir y trabajar; con el vasto mundo de la educación, donde tanto urge innovar; con la permacultura, la producción y distribución de alimentos ecológicos y la preservación del medio ambiente en general; con formas de economía alternativa y solidaria; con el conocimiento y la cultura libre… por citar sólo algunas áreas de las muchas que se pueden y deben explorar.
La mejor manera de entender a qué tipo de proyectos nos referimos, es visitar la sección de la web ‘Descubre proyectos’ http://www.goteo.org/discover
Pero a modo de resumen, os cuento algunos de los que ya han conseguido financiación hasta el momento a través de Goteo: Tu derecho a saber, una web desde la que preguntar, presionar, hacer cumplir y que sea efectiva la ley de transparencia; PachaMama, una red de entrega de cestas ecológicas en bicicleta, desde productoras locales directamente a los/as consumidores/as; Fixmedia, una herramienta para mejorar colectivamente las noticias de los medios reportando errores o ampliando contenidos; #crowdfundparato, la primera querella del pueblo contra la banca; KinoRaw, software y hardware libre audiovisual para cine y documentales abiertos; Huertos Compartidos, una herramienta que pone en contacto a propietarias de tierra con personas que quieran cultivarla; La vuelta al mundo puerta a puerta, un libro sobre un viaje alrededor del mundo siguiendo la teoría de los seis grados; Bookcamping, una biblioteca abierta y colaborativa surgida desde las plazas del 15M con un fondo editorial 100% libre; Freedonia, el primer disco en estudio de este grupo de soul bajo licencia creative commons; Nodo móvil, una estación de wifi portatil para la transmisión libre, abierta y neutral en espacios públicos; TvBIO, vídeo-tutoriales sobre autoconstrucción, renovables y permacultura; TasTas sigue libre en digital, financiar el acceso de esta radio libre a la licitación de licencias radiofónicas en la Comunidad Autónoma Vasca; Espiral, una wiki que conecta a amantes de la felicidad y la libertad con causas, acciones y proyectos en los que implicarse; o ¡Rebelaos!, 500.000 ejemplares gratuitos de un periódico por la autogestión la transformación social.
Una línea de proyectos que nos parece muy interesante y con mucho potencial es todo lo que tiene que ver con el diseño abierto, los modos de producción P2P y la posibilidad de generar economías derivadas distribuidas. En Goteo hay proyectos relacionados con esta tendencia como: Zapatos para ensamblar, unos zapatos open para su fabricación en fablabs; InfinitLoop, un envoltorio de regalos reutilizable y geolocalizable; KTRO-kids, una silla de cartón para la armen y tuneen niños y niñas; o Sbei, un dispositivo hardware de ultrasonidos para ayudar a personas con discapacidad visual.
GoteoEuskadi busca contribuir al desarrollo de aquellos agentes que apuestan por “un cambio de paradigma” y por un desarrollo comunitario cooperativo, sostenible y co-responsable. ¿Es tiempo de hacer las cosas de otra manera?
Desde mucho antes de la evidencia de la crisis, ya estaba claro que el modelo político, cultural, social y económico propuesto por el capitalismo y su deriva más neoliberal era insostenible e insolidario. Por eso, es imprescindible trabajar para establecer nuevas formas de relacionarnos, de organizarnos, de producción y de consumo. Hay que buscar modelos alternativos, más horizontales y distribuidos, basados en las personas, en sus necesidades y deseos; favoreciendo la cooperación en lugar de la competencia, equilibrando el impacto social, el cuidado ambiental y la sostenibilidad económica; con la economía como medio y no como fin, como instrumento no excluyente, no especulativo, para crear las condiciones para una vida que merezca la pena ser vivida.
En gran medida, las soluciones, o al menos, la forma de buscarlas, puede basarse en abrir los procesos, en los sistemas P2P (persona a persona), en la desinstitucionalización y desprivatización de la vida pública; propiciando espacios de autonomía interdependiente, fortaleciendo el empoderamiento de la ciudadanía, fomentando la diversificación a la vez que respetamos la especificidad; instalando la creatividad en todos los ámbitos de la vida, en lo cotidiano, en la sociedad en su conjunto.
La financiación colectiva puede ser una buena vía para la inversión social con retornos colectivos. Una alternativa o complemento a la financiación derivada de instituciones públicas, empresas y otras entidades privadas, reactivando el papel co-responsable de la sociedad civil. Una oportunidad -más ahora en tiempos de crisis y recortes-, para que personas y organizaciones puedan llevar a cabo con éxito proyectos socialmente rentables, sostenibles y perdurables en el tiempo.
En este sentido, Goteo se sitúa en medio y trata de cortocircuitar dos actitudes que creemos muy características en Euskadi, como son: por un lado la dependencia institucional y por otro la independencia autoreferencial. En ambos casos nos cuesta situar nuestras iniciativas, ajustarlas y confrontarlas con la realidad. Nos cuesta concretar funcionalidades, intereses y motivaciones específicas que debería satisfacer nuestro proyecto. No sabemos identificar nuestra comunidad ni segmentar públicos objetivos. Y por supuesto, nuestro carácter introvertido nos incapacita en gran medida para una comunicación efectiva y para solicitar recursos y compromisos.
Uno de los agentes impulsores de GoteoEuskadi es ColaBoraBora, una plataforma con sede en Bilbao. Definís ColaBoraBora como un laboratorio ciudadano o un proyecto “desdibujado que no hemos querido definir más, para que vaya cogiendo forma por el camino”. Lo pusisteis en marcha en enero de 2011. ¿Qué forma ha ido cogiendo en este tiempo?
ColaBoraBora es una isla entre la realidad imperante y el deseo proyectado, en la que suceden distintos tipos de acciones y procesos para la generación de otras formas de organización, producción y relación en torno a lo común, lo libre y lo abierto.
Un paraíso en proceso de exploración en el que nos orientamos a partir de cuatro puntos cardinales: el procomún, el código abierto, las prácticas colaborativas y el emprendizaje social. Un i-cosistema permacultural y feminista, desde el que pensar en cómo reintegrar las actividades económicas en su contexto social y humano, propiciando un dominio público rico, sostenible y accesible, en un tiempo en el que ya es ineludible posicionarse y comprometerse.
Un laboratorio ciudadano de reflexión en acción desde el que formular viejas preguntas renovadas: ¿Cómo nos preparamos para producir entre iguales y crear valor común? ¿Cómo podemos reclamar un gobierno entre iguales y ser capaces de autogestionarnos? ¿Cómo podemos convivir en comunidad de un modo sostenible y co-responsable?
Preguntas que van experimentando con posibles respuestas a través de iniciativas como: el propio Goteo y la puesta en marcha del nodo local que es motivo de esta entrevista; Hondartzan, una comunidad local, emergente, inclusiva, heterogénea y mutante, que se reúne alrededor de iniciativas socialmente transformadoras, desde lo cotidiano, lo pequeño, lo cercano y lo afectivo; Empresas del Procomún, una investigación colectiva sobre modelos organizativos y de negocio en torno a comunidades y bienes comunes; CopyLove, una línea de trabajo junto a Zemos98 y Rubén Martínez, en forma de residencias entorno al trinomio Procomún-Hamor-Remezcla; TRANSlab Amarika, un laboratorio pedagógico experimental con Transductores en Vitoria-Gasteiz, con el propósito de que diferentes organizaciones y colectivos, diesen visibilidad a su trabajo, se interrelacionasen y analizasen de forma crítica sus proyectos; Kit-Krak, Prototipos para el cambio, un campo de trabajo en ZAWP Bilbao, una experiencia de convivencia y co-creación desde la que proponer un kit de herramientas y procesos con los que enfrentarnos al anunciado krak; o EN_LA_NEVERA, unos encuentros sobre reciclado de intangibles en el contexto del festival HONDAKIN organizado por Zaramari.
En definitiva, una isla llena de actividad, hacia la que poner rumbo sin saber muy bien a donde vamos, ni cómo llegaremos, pero a la que pensamos que merece la pena ir.
ColaBoraBora gira en torno al “procomún” (commons, en inglés). De nuevo hablamos de buscar alternativas a las formas de hacer que imperan en nuestra sociedad. Resúmenos que debemos entender por “procomún”.
El procomún (provecho común) es la manera de producir y gestionar en comunidad, de manera pública y colectiva, bienes y recursos, tangibles e intangibles, que nos pertenecen y pueden ser libremente utilizados por todas/os, y entre todas/os deben ser ampliados y preservados. Un modelo de gobernanza co-responsable, basado en la comunidad, la confianza, la transparencia, el trabajo solidario, el intercambio entre iguales. Un sistema de relaciones de Confianza-Reciprocidad-Reconocimiento, que asegure la equidad en el acceso y uso a los recursos y el reparto justo de los beneficios derivados de los mismos.
El procomún lo forman las cosas que heredamos, creamos y re-creamos conjuntamente y que esperamos legar a las generaciones futuras. Una gran diversidad de bienes comunes, naturales, culturales o sociales, como por ejemplo: las semillas, Internet, el agua potable, las lenguas, el genoma, el folclore, el espacio público, el conocimiento, etc. Bienes y recursos que muchas veces sólo percibimos cuando están amenazados o en peligro de desaparición o privatización.
El concepto de procomún, es un antiguo concepto jurídico-filosófico, que durante la década de los 60 del siglo XX palideció a causa de la desafortunada expresión ‘a tragedia del procomún’ acuñada por el ecologista estadounidense Garrett Hardin. Un concepto que en los últimos años ha vuelto a tomar impulso, vigencia y repercusión pública, gracias en parte a: los debates que han tenido lugar en el entorno científico, cultural y jurídico, sobre la propiedad intelectual y registro de semillas, vacunas, la secuencia del genoma humano o creaciones culturales; al desarrollo del movimiento open source desde el software libre y la proliferación de licencias como Creative Commons; o al premio Nobel de Economía concedido a la recientemente fallecida Elinor Ostrom en 2009, por sus aportaciones al gobierno de los bienes comunes.
En Euskadi también podemos encontrarnos distintas formas de procomún con las que estamos familiarizados, aunque no las denominemos como tal, como por ejemplo: el auzolan, los concejos, las ikastolas o las sociedades gastronómicas.
Para saber más sobre el procomún, una buena referencia puede ser el ‘Laboratorio del procomún’ coordinado desde el Madialab Prado: http://medialab-prado.es/laboratorio_del_procomun
Reconocen ustedes que compartir, co-crear, cambiar las formas de afrontar los retos no es tarea sencilla. Inercias y miedos llevan en ocasiones a descartar alternativas que podrían ser mejores y más justas. No obstante, el momento social actual, plagado de incertidumbres y en el que se observa una decepción hacia fórmulas antiguas, es probablemente propicio para emprender nuevos caminos.
Dicen que crisis significa oportunidad en chino. Probablemente así sea, pero tenemos que tener cuidado con los daños colaterales y efectos secundarios de estas supuestas ‘oportunidades’. Porque las crisis casi siempre las padecen las mismas personas y eso tiene más que ver con la lucha de clases que con la innovación social. Es como esa idea de convertirnos tod*s en emprendedor*s, no por querer tomar la iniciativa, sino por ni siquiera luchar y defender los derechos laborales que tanto ha costado conseguir. Precarizar y empresarializar nuestras vidas en vez de empoderarnos, liberarnos e inventar nuevas formas instituyentes.
Pero es cierto que estamos en pleno proceso de cambio. Y aunque las transformaciones no tendrían por qué derivar de la necesidad urgente, del trauma y del dolor, sino del deseo, de nuestra voluntad política por ser mejores como sociedad; el momento es el que es y hay que tratar de aprovecharlo.
Es cierto que las viejas estructuras se resisten, que hay muchos intereses creados y muchas inercias (en el sistema y en nosotr*s mismas) y que quizá, desde los movimientos alternativos y emergentes aun nos faltan ejemplos y referentes prácticos de éxito con los que contagiar el deseo de funcionar de otra manera a la sociedad en general. Porque la idea de vivir en beta permanente es agotadora. Lo inestable, inacabado, inesperado, genera demasiada incertidumbre. Y por eso, en general, nos aferramos a la rutina de lo vertical, lo cerrado o normativo, frente a la tensión dinámica de la reflexión en acción, los modelos abiertos y el continuo atravesar las convenciones y las disciplinas.
Somos conscientes de que cada una de nuestras iniciativas sólo es una pequeña fisura en el modelo imperante. Aunque es cierto que si miramos con un microscopio podremos ver innumerables fisuras, cada vez más conectadas, conformando un entramado craquelado, desarrollando redes de confianza y reciprocidad e inteligencia colectiva. Pero si de verdad queremos superar la aparente soledad e insuficiencia de lo micro, probablemente debamos articular mejor los procesos, fortalecer los vínculos y celebrar los pequeños hitos. Se trata de contravenir años y años de educación competitiva, para redescubrir el potencial positivo de colaborar. Aprender más unas/os de-con otras/os, cooperar entre iguales y diferentes, apoyarnos mutuamente para hacer sostenible la vida e ir reconfigurándonos en distintos proyectos. Porque probablemente ese puede ser el truco, saber que no estamos solas/os y que cada vez somos más.
Y una cuestión clave es ver cómo avanzamos de modo práctico en todo esto. Pensar en cómo abrimos nuestras formas de relacionarnos y nuestras iniciativas. Porque una cosa es compartir los fundamentos de lo común, libre y abierto y otra, implementarlos en proyectos sostenibles, en los que el dominio público no sea pasto del libre mercado, no traten de imponerse modelos miméticos y hegemónicos, o l*s creador*s y la ciudadanía no sigan siendo el eslabón débil y precarizado de la cadena de producción de valor.
Por último, ColaBoraBora es, a su vez, una iniciativa coordinada por AMASTÉ, una oficina de ideas especializada en articular procesos y dispositivos de mediación, relacionales y participativos. Creo que imaginación, reflexión activa y espíritu crítico son sus herramientas de trabajo.
Sí, ColaBoraBora es la consecuencia de la propia evolución-deriva de AMASTÉ entre lo cultural y lo social. Trabajamos en red, desde la creatividad aplicada, transversalizando funciones como: el diseño de sistemas y procesos de modo colaborativo; la facilitación de herramientas y metodologías emancipatorias al servicio de las personas, las comunidades y las organizaciones; el desaprendizaje y educación expandida a través de talleres, cursos, juegos o convivencias, basadas en aprender del otro; las prácticas artísticas y culturales, contextuales y transdisciplinares; la investigación colectiva y militante, principalmente de carácter aplicado; los planes y acciones de comunicación basadas en generar conversaciones; o la implementación de proyectos a pie de calle a partir de prototipos en continua redefinición.
Habitualmente hemos ocupado espacios intermedios en los que la práctica artística es un medio para ayudarnos a interpretar el mundo en el que vivimos y a entendernos a nosotras/os mismas/os inmersas/os en él. Una manera multiforme de acercarse y agitar la realidad para (comtribuir a) transformarla. Una forma de atravesar los conflictos, una posibilidad para la mediación, un catalizador de la actividad colectiva. Una práctica libre y experimental, que estimula la imaginación, la discrepancia y el pensamiento crítico; abre alternativas y, si no genera respuestas, si formula nuevas preguntas, y otras narraciones, otras subjetividades, otros espacios para lo simbólico, lo disruptivo, lo inesperado, lo emocionante, lo emergente.
Desde 2001, esto se ha ido concretando en proyectos de muy diverso tipo como por ejemplo: Emancipator Bubble, una burbuja de emancipación para jóvenes que se instala en casa de los padres; ESETÉ, una revista de tendencias y antropología social; CASI TENGO 18, un programa de educación no-formal con adolescentes; ESTO LO HE HECHO YO!, un proyecto con Lantegi Batuak, de comunicación transmedia y empoderamiento de personas con discapacidad intelectual en su puesto de trabajo; y más recientemente, la participación en el grupo promotor y la puesta en marcha de EUTOKIA, el Centro de Innovación Social de Bilbao; o DSS2016, donde organizamos los laboratorios de creatividad y formamos parte del equipo de redacción del proyecto cultural con el que Donostia ha sido nombrada Capital Europea de la Cultura para 2016.
Como siempre, tratamos de problematizar y hacer una lectura (auto)crítica de nuestro trabajo y de nuestro papel en el contexto. Por eso, en un momento donde las denominadas ‘industrias creativas’ se plantean como un modelo económicamente instrumental, estándar paquetizable, y el ‘ser empresa’ se incentiva como formato para el desarrollo de casi cualquier iniciativa; tratamos de hacer más evidente la necesidad de que nuestra actividad laboral no sea sino una faceta más de nuestro activismo, y estamos en un proceso de transformación organizacional, para pasar de ser un Sociedad Limitada a una Cooperativa de Iniciativa Social. Tratar de que la forma y el fondo de AMASTÉ sean más coherentes con nuestro compromiso cultural, social y político.