Políticas Públicas
Crecer decreciendo
El encuentro ‘C2C Conversaciones’ analiza cómo hacer crecer las alternativas a la realidad económica especulativa, extractivista y deslocalizada. Un artículo de Guernica Facundo Vericat, ECOS, Grup Cooperatiu.
El pasado septiembre, un estudio publicado en la revista Science Advance nos alertaba de que hemos superado los estándares seguros en 6 de los 9 límites planetarios que nos permiten la estabilidad del planeta y su habitabilidad para las personas: los estándares que nos permiten garantizar la vida en la Tierra. Corroborado ampliamente que el grado de superación de los niveles seguros de esos límites está causado por las actividades humanas, uno de los escenarios propuestos desde principios de los años 70 del siglo pasado por multitud de autoridades científicas, movimientos ecologistas, grupos de pensamiento político, etc. es el decrecimiento.
Desde la economía social y solidaria, un centenar de organizaciones de apoyo y fortalecimiento, nos juntamos el 23 y 24 de noviembre en la tercera edición del encuentro C2C Conversaciones, para reflexionar sobre cómo estamos apoyando y haciendo crecer las alternativas a la realidad económica especulativa, extractivista y deslocalizada que inunda nuestras vidas, crea necesidades ficticias y destruye nuestro tejido socioeconómico local.
Pero, frente al contexto de colapso climático, ¿qué sentido tiene realizar un encuentro sobre emprendimiento? ¿No deberíamos estar hablando de cómo dejar de emprender? ¿De cómo reducir la actividad humana? ¿De cómo satisfacer nuestras necesidades básicas sin poner a prueba nuestra ecodependencia? ¿De cómo restauramos los ecosistemas que permiten nuestra vida?
Seguramente esa es la conversación más urgente e importante que debemos tener, pero el sistema capitalista sigue invadiendo todos los rincones de nuestra existencia y necesitamos hablar también de cómo seguimos ampliando las alternativas que, desde hace años, sustituyen poco a poco el marco de pensamiento y de acción económica ortodoxa. Porque no se trata solo de seguir imaginando otros sistemas posibles, sino de fortalecer las alternativas al capitalismo que ya existen y sumar cada vez más personas a esas alternativas, en un marco de decrecimiento.
Una realidad modesta pero testaruda
Los datos del Registro Mercantil muestran que en el primer semestre de 2023, cada día en España, se han creado una media de 337 empresas (y han cerrado una media de 77). Tanto para la constitución como para la disolución, los sectores principales son el inmobiliario, la construcción, el comercio, los seguros y las financieras. Los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, en cambio, muestran que en 2022 se crearon 1.769 nuevas cooperativas y sociedades laborales. Ello supone una media de 5 nuevas organizaciones al día, que representan sólo el 1,4% de las empresas mercantiles que se crean en España. Los principales sectores donde la economía social creó nuevas actividades económicas fueron en la construcción, el comercio, los servicios profesionales y el suministro de energía.
Esos son datos de trazo gordo, y no nos ofrecen una visión clara de las realidades alternativas al capitalismo. En primer lugar, porque ni todas las cooperativas y sociedades laborales son economía social y solidaria, ni ésta se limita a esas dos únicas figuras jurídicas. La economía social y solidaria se caracteriza por lo que hace (pongamos, consumo agroecológico), como lo hace (por ejemplo, en formato de grupo de consumo de barrio) y por qué lo hace (para contribuir a la soberanía alimentaria, siguiendo el ejemplo).
En segundo lugar, los macrodatos por sectores no nos permiten analizar qué tipo de actividad despliega la economía capitalista y qué tipo de iniciativas promovemos desde la economía social y solidaria.
Lo que nos cuenta nuestra práctica es que frente a la especulación urbanística, la gentrificación y las prácticas intimidatorias para las personas que habitan nuestras ciudades y pueblos, la economía social y solidaria ofrece vivienda cooperativa en cesión de uso, masovería urbana y rural o programas de housing first, ofreciendo así un abanico de posibilidades para el acceso a la vivienda más diverso, vinculado territorialmente y basado en proyectos colectivos.
Ante la agricultura y ganadería intensiva que sobre-explota la tierra, depende del sobre-uso de productos químicos y genera problemas graves de gestión de residuos; se multiplican los pequeños proyectos de agroecología y de ganadería extensiva, bancos de tierras, bancos de semillas y redes de custodia del territorio.
Frente a las grandes superficies alimentarias, que empujan a la concentración de tierras y la generación de grandes producciones y que empobrecen a un campesinado cada vez más exiguo, se están desarrollando redes alimentarias locales y colectivos de consumo agroecológico.
Contra la monopolización energética o del acceso a los datos, la economía social y solidaria fomenta consumidoras conscientes, cooperativistas y participantes de las decisiones de la construcción de alternativas energéticas y tecnológicas. Contra las plataformas que generan condiciones laborales indignas, la mensajería en bicicleta propiedad de las propias trabajadoras gana terreno, tanto a nivel autonómico como a nivel estatal.
Midiéndose con las grandes financieras, existen bancos cooperativos, entidades de finanzas éticas y seguros éticos, que invierten en economía real, con justifica financiera y contraria al complejo militar-industrial.
Somos todavía una realidad pequeña frente a la vorágine capitalista, pero no por ello cejamos en nuestro intenso trabajo de generar nuevas realidades socioeconómicas que sean sostenibles en el tiempo, que sean cercanas a nuestras comunidades, que sean ejemplo vivo de que hay otras formas de trabajar, de consumir, de financiarnos, de producir, de comercializar, de distribuir. Formas más honestas y trasparentes, más acordes con los ritmos de la vida humana y del entorno natural, más comprometidas con el bienestar colectivo, más intrincadas con la vida comunitaria de nuestros barrios, nuestros pueblos, nuestros territorios.
Conversar sobre oportunidades y retos
Con la voluntad de ampliar el alcance de la economía social y solidaria, las organizaciones que apoyamos este tejido (desde el propio tejido) nos juntamos en Bilbo a finales de noviembre para compartir cómo favorecer mejores opciones de vida a una población cada vez más sensible a la forma de producir y acceder a los productos y servicios que necesita, con más consciencia de la necesidad de un cambio de sistema social y económico, tímidamente menos reacia a las propuestas de decrecimiento.
Ante esas oportunidades, nos enfrentamos a distintos retos: la cada vez más limitada disponibilidad de recursos económicos por una parte muy importante de la población; el sinsentido y desequilibrio entre los avances tecnológicos y la creciente exclusión digital; las dificultades generalizadas de jóvenes, mayores, personas migrantes y población no urbana de acceso a derechos y bienes de primera necesidad como la salud (más allá del no estar médicamente enfermas), la alimentación (que no sólo llenarnos el buche), el agua (por encima de situaciones de pobreza hídrica), la vivienda (que no la propiedad inmobiliaria), el conocimiento (fuera de los marcos educativos reglados), el ahorro o el préstamo (que no la especulación financiera).
Una de las formas de acción que está surgiendo con fuerza en la economía social y solidaria para abordar esos retos es la intercooperación. El pasado junio de 2022 se celebraba en Madrid Idearia 2022, XV Encuentro de Economía Alternativa y Solidaria con el lema #ESS momento de hacer piña. El encuentro sirvió para poner en relieve que en todo el territorio están surgiendo distintas iniciativas de intercooperación para el apoyo mutuo como la red de cooperativas feministas La Insólita, para la mancomunación de recursos y desarrollo de economías de escala como el grupo de trabajo estatal de vivienda cooperativa en cesión de uso, de fortalecimiento territorial y desarrollo de mercados sociales como el Mapa del Mercado Social en España, de concentración y fortalecimiento de actividades como la Red de Polos Cooperativos…
“Intercooperaciones horizontales entre organizaciones de un mismo sector, verticales entre organizaciones de sectores distintos pero complementarios, y simbióticas entre actividades multisectoriales. Todas ellas, dinámicas de cooperación que, en el medio plazo, pueden favorecer que las personas que formamos la economía social y solidaria resistamos mejor los embates del capitalismo desbocado, el colapso climático y las derivas antidemocráticas”.
Si queremos ampliar la economía social y solidaria, necesitamos combinar una estrategia de promoción de contextos favorecedores de la intercooperación, sustitución de las opciones capitalistas de consumo por opciones de satisfacción de necesidades humanas en un entorno natural y material finito, así como de inclusión de una amplia mayoría de población que verá perjudicadas, más aún, sus condiciones de vida, en un marco de límites biofísicos y un paradigma social y económico de decrecimiento. Ahí es nada.
Fuente: La Marea