Varios
¿Puede la banca ser ética?
Sergio Fernández Alonso ¿Hay en realidad alternativas? ¿Solo se puede tener el dinero en uno de esos denostados bancos tradicionales o si no bajo el colchón? En estos tiempos donde (por fin) está en tela de juicio el modelo financiero y muchas de sus prácticas, se han convertido cajas en bancos (donde presumiblemente la gestión […]
Sergio Fernández Alonso
¿Hay en realidad alternativas? ¿Solo se puede tener el dinero en uno de esos denostados bancos tradicionales o si no bajo el colchón?
En estos tiempos donde (por fin) está en tela de juicio el modelo financiero y muchas de sus prácticas, se han convertido cajas en bancos (donde presumiblemente la gestión estará menos politizada y la eficiencia será mayor), se han producido fusiones de entidades (frías, calientes, hostiles y pactadas), se han creado cada vez más productos financieros tipo “castillo de naipes” y, sobre todo, se ha hablado y engañado demasiado, puede ser conveniente pararse a pensar si, en realidad, hay alternativas.
Al margen del buen negocio que podría ser la venta de colchones con caja fuerte, no hay que olvidar las iniciativas de cooperativas de crédito como las cajas rurales, otras más corporativas (como la Caja de Ingenieros) o las cooperativas locales de ahorro. Iniciativas de este tipo tuvieron mucha importancia y hoy siguen ahí a pesar de la crisis (o incluso volviendo a sus orígenes, que habían perdido, precisamente por causa de la crisis). Son personas de distintos gremios o grupos que unen sus ahorros para acceder a servicios como custodia compartida, acceso a sus ahorros en distintos lugares, apoyo a iniciativas de desarrollo de la comunidad, pero no con el objetivo de especular y enriquecerse a toda costa, que parece que es lo que cada vez más se asocia cuando se oye hablar de bancos… Se trata de inversiones en la “economía real”, iniciativas palpables, cercanas, donde el riesgo de especulación es muy bajo.
Si además a esas inversiones en iniciativas concretas y cercanas se les aplica un criterio finalista de que tienen que ser iniciativas que contribuyan al desarrollo de la sociedad en la que están inmersas, quedando el criterio económico como uno más de los necesarios para la sostenibilidad de las mismas sin ser el principal objetivo el afán de lucro (parece raro ¿no?, aunque la realidad es que la mayor parte de las personas que acceden a una información que consideren de fiar sobre productos financieros se rigen por un principio más humanista que simplemente de ganar dinero), tenemos la llamada banca ética.
Esta banca ética puede ofrecer servicios como cualquier banco (domiciliaciones de recibos, disponer de los ahorros en diversos lugares a través de cajeros, inversiones de los ahorros para que no pierdan valor, seguros por robo, etc.), servicios útiles para las personas que, a diferencia de la banca tradicional, tienen mucho más acceso a información sobre qué iniciativas se están financiando con su dinero.
El permitir que personas o entidades terceras financien actividades poco éticas con nuestros ahorros es responsabilidad nuestra, ya que como con el resto de nuestras propiedades, nos da derechos, pero también responsabilidad. Incluso economistas como Arcadi Oliveres afirman que todo interés por encima de la inflacción o la pérdida de valor de los ahorros es poco ético, ya que de algún lado se supone que se debe extraer esa plusvalía, ya sea de la explotación de los recursos naturales descapitalizando el planeta sin tener en cuenta los costes ambientales, de la explotación de otros seres humanos sin tener en cuenta los costes sociales y, en ambos casos, ignorando valores básicos como la justicia social que abarca también las generaciones futuras. El valor añadido por ejemplo por la originalidad de la idea ocupando un nicho de negocio inexplorado se daría en poquísimos casos (y tampoco tiene por qué justificar unas enormes plusvalías, ni siquiera por haber arriesgado el propio capital, ya que en general las personas emprenden por motivaciones distintas de la simple acumulación de dinero).
En cualquier caso, aun teniendo en común la transparencia en los criterios de inversión y el que esos criterios estén basados en la apuesta por iniciativas realmente transformadoras y en pro del desarrollo humano, existen alternativas incluso dentro de la propia banca ética.
Hay banca ética con un modelo más basado en la banca tradicional, a partir de iniciativas de unas pocas personas que consideran que se puede hacer banca de otra manera, surgiendo entonces proyectos como el de Triodos Bank. Este banco, de origen holandés, gracias a una apuesta por inversiones en economía real en el ámbito social, ambiental y cultural, ha logrado esquivar la crisis de forma notable, siendo premiado como el banco más sostenible en 2009 por el Financial Times. En su web se pueden ver las iniciativas que financia, los criterios que emplea para financiarlas y los servicios bancarios que provee (entre ellos, tras un gran debate interno y de momento no ofrecido en España, la posibilidad de inversión en un listado de empresas que cotizan en mercados de capital, empresas que anualmente pasan un filtro de criterios que pueden hacer que se eliminen del listado, ya que según ellos hay clientela que les demandaban este servicio y además creen que así pueden influir algo en las buenas prácticas de estas empresas). Se trata de un modelo bancario de tipo up-down, con no demasiada participación de la base social del banco (incluso las participaciones en el capital social del banco no son acciones, ya que las acciones son propiedad de la Fundación Triodos, que mantiene la orientación ética del banco).
Por otro lado, hay iniciativas muy locales basadas en el asociacionismo, básicamente una serie de personas que gestionan conjuntamente sus ahorros apoyando iniciativas cercanas que tengan una componente importante de emprendimiento social. Se trataría de un modelo de cooperativas de ahorradores, similar a los inicios de las cajas rurales, pero con participación de las personas socias en el día a día de la gestión y en la decisión de qué proyectos apoyar. Suelen actuar en áreas geográficas pequeñas, apoyando iniciativas cercanas y que pueden “palpar”.
De forma similar, pero agrupando entidades de la economía social en vez de personas particulares que también sirven para financiar a sus propios socios, hay iniciativas como COOP57.
Si embargo merece la pena resaltar un proyecto que se inicia con el objetivo declarado de ser un banco en manos de la ciudadanía. Se trata de FIARE, que en paralelo a ir creando su estructura territorial de grupos de personas integrados en asociaciones locales impulsoras del proyecto (estilo bottom-up, como las cooperativas de ahorradoras locales), provee ya hace tiempo de servicios bancarios actuando como intermediario de la Banca Popolare Etica de Italia (con la que está en proceso de integración para formar la cooperativa de crédito mayor de Europa, con lo que trabaja también el estilo up-down). Los grupos locales impulsan el proyecto buscando nuevas personas físicas y jurídicas que entren a formar parte de la base social del banco, promueven el concepto de banca ética participativa en sus zonas geográficas y participan en decisiones del día a día de la entidad (por ejemplo aportando miembros al comité ético que valora proyectos a financiar presentados en sus zonas de influencia). La sostenibilidad económica es seguida por personal contratado que se encuentra en diversas oficinas con las que FIARE ya cuenta en el territorio nacional.
FIARE y Triodos son ahora mismo las dos iniciativas de banca ética con más visibilidad en España y , como se ha comentado, su modelo es bastante diferente. En ambos casos sin embargo han tratado de conjugar el ofrecer servicios financieros con unos criterios de selección de inversiones que no prioricen la simple acumulación de capital y la especulación, colocando la viabilidad económica de las iniciativas a financiar simplemente como uno más de los pilares de la sostenibilidad de los proyectos (junto con el social y el ambiental), poniendo como objetivo final el que estos proyectos contribuyan al desarrollo de la sociedad desde los valores de solidaridad y justicia social. Simplemente este cambio de enfoque evita muchas de las prácticas financieras que han creado y siguen creando tantos problemas.
Todo esto sin entrar en otras iniciativas, cada vez más en auge, como bancos de tiempo, redes y mercadillos de intercambio, cosotecas, etc., que también buscan el hacer llegar recursos a quien los necesita con los menores intermediarios posibles y reduciendo al mínimo la especulación y la usura, aunque si simplemente todos entráramos un día en nuestra oficina bancaria habitual y preguntáramos el destino de nuestros ahorros quizás empezarían a cambiar cosas. Entonces ¿hay alternativas? Como se suele decir, haberlas, haylas…